~Damián~
Estaba tan cálida. Tan suave. Tan destruida.
La había visto quedarse dormida con mi semen goteando por sus muslos. La había secado con mis propias manos. La había abrazado hasta que los temblores se calmaron y su respiración se volvió suave contra mi pecho.
Pero yo no podía dormir. No con su aroma en mis pulmones. No con su concha todavía temblando alrededor de la nada. No con mi verga dura de nuevo, apoyada gruesa y enojada contra su trasero como si ya la extrañara.
No pude evitarlo. No cuando se veía así.
Desnuda. Sonrojada. Con las piernas abiertas mientras dormía.
Una niña pequeña arruinada que me había dejado joderle la garganta, la vagina, el alma… y todavía rogaba por más.
Así que volví a entrar.
Con cuidado. Lento.
Enterré la punta de mi verga en su concha tibia y empapada mientras dormía, y observé cómo su cara se contraía por el estiramiento. Ella gimió en su sueño. Trató de moverse. Pero le agarré las caderas. La mantuve quieta. Le jalé el trasero hacia atrás hasta