Narrado por Dana: Hay un motivo por el que he insistido a Mariano Hans en que me traiga aquí. No ha sido solo por ver a mi adorada nieta. La más importante para mí. Pero hay algo más, martillando dentro de mí, que es importante esclarecer, y lo decidí apenas lo supe. Toco la puerta de la pequeña casa con decisión. No me tiembla la mano. No me tiembla el alma. Estoy aquí porque quiero estar. Porque necesito estar. Porque mi nieta está en esta casa, y aunque no sé si ella ya le ha contado de mí, sé que ella me necesita cerca. No sé si ella le habló de nuestro pasado en común. Conozco a Fatima, tiene un corazón que no le entra en el pecho, ella no me juzgaría. Mi nieta es una mujer inteligente, acorde a esta época en que las mujeres sí se pueden permitir sentir. La puerta se abre. Zena aparece. Se queda boquiabierta al verme a mí tocando en su puerta, en este país. No me sorprende. El destino es pequeño, caprichoso, y a veces cruel. Nos miramos en silencio. Reconozco sus ojos. Su pos

Narrado por Mariano Hans: Me acerco lentamente a Fatima, nuestros labios son los primeros en unirse. Su perfume impregnando mis fosas nasales, en el momento, no hay nada más en mi mente que el deseo irracional qué siento por ella. Rozo su boca con la mía, sus labios se encuentran entreabiertos. Siento la tensión, quiero hacerla mía. Pero sé que no es el momento. Sé que no puedo descontrolarme a ese punto porque Fatima no es una chica común. Para Fatima, sé que es un momento importante, y que tengo que brindarle seguridad emocional para que luego no se arrepienta... Me cuesta contenerme. Reposo una mano en su cadera, sus manos están heladas. Las toco, las acuno entre las mías y ella se va relajando, va cediendo. Ella me sigue besando, mueve su lengua, jadeando suavemente en mi boca. Fatima también me desea. Toco su cuello con la yema de mis dedos, sin interrumpir el beso. El beso que ha empezado como algo romántico sin precedentes, se convierte en algo lascivo y lleno de tensión s

Narrado por Mariano Hans: La sala está cargada de un conjunto de emociones que es imposible de ignorar. El aire se siente espeso, como si las palabras que se han dicho no quisieran disiparse. Zena está de pie, con los brazos cruzados, la mirada encendida por una rabia que no parece tener fin. Dana está sentada en el borde del sofá, con las manos temblorosas sobre las rodillas, como si el pasado la hubiera golpeado de nuevo. Y Fátima… Fátima está rota. Sus ojos están rojos, su rostro húmedo, su cuerpo encogido como si quisiera desaparecer. Fatima no ha tenido unos días fáciles, y este enfrentamiento la pone en una posición más complicada. Ella está agotada.Me quedo en silencio unos segundos. No quiero hablar desde la impulsividad. No quiero empeorar lo que ya está al borde del colapso. Pero tampoco puedo quedarme quieto mientras la mujer que amo es humillada por alguien que no entiende lo que está pasando.—Zena, usted es más que esto. —digo, con voz firme pero serena. —, entiendo qu

Narrado por Mariano Hans: Esta ha sido una noche verdaderamente difícil para mí. Aunque haya sido hermosa, Fatima en cierto modo se entregó a mí. Aceptó la casa. Eso significa que tendré más libertad para estar cerca de ella. Para que vea que mis intenciones son honestas, que estoy listo para todo sí se trata de ella. Regreso a casa con el cuerpo presente, pero la mente atrapada en esa casa donde le di un intenso orgasmo a Fatima. Su nombre se repite como un eco en mi cabeza, como un mantra que no puedo apagar. Cada paso que doy hacia mi habitación me pesa porque en esta noche quisiera dormir junto a ella, mi cuerpo pegado al suyo, inhalando la dulzura de su aroma y sintiendo la suavidad de su sensual y virginal cuerpo. Me arrojo sobre la cama sin quitarme los zapatos. El techo me observa desearla como un maldito loco, mientras yo me hundo en el recuerdo de su mirada, de su voz quebrada, de su piel temblando bajo mis dedos. ¿En qué parte de la casa habrá decidido dormir?, ¿Pensará e

Narrado por Mariano Hans: No me he quedado todo el día con la familia Hneidi, han realizado un breve brindis, he tenido una conversación banal con Kiara, como cada una de las que hemos compartido hasta ahora... Y luego me he ido, con la excusa de que tengo una reunión importante en la empresa Hans. Lo cual no es mentira. Estoy sentado en la sala de juntas de Hans, la empresa que mi padre ayudó a levantar desde sus cimientos y que a mí me duele perder. El aire está cargado, tenso, como si cada palabra que se pronuncia fuera una chispa a punto de encender un incendio entre todos los socios e inversionistas del lugar. A mi derecha, mi padre permanece en silencio, con los brazos cruzados y la mirada fija en la mesa. No ha dicho nada desde que comenzó la reunión, y eso me inquieta. Él siempre ha sido el primero en hablar, en imponer orden. Pero hoy parece ausente, como si estuviera esperando que yo tomara las riendas, como si no tuviera nada que decir, sea lo que sea que los demás digan.