Narrado por Fatima:
El despertador suena, pero no lo necesito. Llevo despierta desde mucho antes del amanecer, con los ojos abiertos y la mente revuelta. Mi corazón duele, como si me estuvieran clavando un puñal en el pecho. Anoche me entregué a un hombre, sin pensar en las consecuencias... Llegué a deshoras a la casa que me brindó refugio y amor... No puedo sentirme bien después de haber hecho lo que hice. Es inevitable que sienta que la culpa me taladra cada espacio de mi piel.
Siempre es el efecto Mariano. Llevarme al cielo con sus ojos, con su roce, esta vez se unieron sus labios en distintos lugares de mi cuerpo que nadie había tenido acceso jamás. Y luego... Luego simplemente se fue sin más, dejándome sola con mis pensamientos y mi tristeza.
Me levanto sin pensar, como si el cuerpo se moviera por inercia. Me visto con rapidez, sin mirar demasiado el espejo. No quiero ver lo que soy hoy: una mujer cansada, abrumada, rota en silencio.
Salgo rumbo al trabajo, no puedo dejar de