Reflejos de SangreEl olor a hierro viejo se pegaba en mis manos, incluso cuando las lavaba, incluso cuando Leon tomaba mis dedos y los presionaba con suavidad, recordándome que estaba aquí, vivo, aunque todo pareciera un mal sueño.El refugio estaba más silencioso que nunca. La lámpara de aceite crepitaba en una esquina mientras Clara revisaba su arma con movimientos temblorosos. Noah la observaba con sus ojos grises, vigilante, sin decir palabra. Todo lo que quedaba de nuestros planes, de nuestras risas en medio del caos, estaba en este instante, atrapado entre el eco de los latidos de mi corazón y el zumbido agudo que sentía detrás de mis ojos cada vez que miraba el Espejo Central.Leon estaba de pie junto a la mesa, afilando un cuchillo con movimientos precisos. La luz caía sobre su rostro, marcado por la cicatriz que apenas se distinguía cerca de su oreja. Su mirada, dura y oscura, me buscaba de vez en cuando, y yo asentía, como si eso bastara para decir “sí, estoy contigo, hasta
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