Capítulo 15. La caída ensayada.
El video no duraba más de un minuto.Circulaba en redes con velocidad quirúrgica, como una infección programada. Apareció primero en una cuenta anónima de X (antes Twitter), luego en grupos de Telegram, después en perfiles falsos que lo amplificaron con hashtags diseñados: #ViudaHipócrita, #DobleMoral, #EmiliaCastañoDesnuda.No era pornografía. Pero rozaba el límite.Emilia, en ropa interior, de espaldas, riendo, con una copa de vino en la mano. Luego la imagen cambiaba, mal editada, a un fragmento que parecía grabado con un celular escondido: ella sentada a horcajadas sobre un hombre, besándolo con furia, los gemidos sutiles, apenas audibles. No se veía su rostro, pero la voz era suya. La forma del cuerpo, inconfundible.No decían nombres. Pero no hacía falta. Era ella. Y todos lo sabían.Los medios no tardaron. Algunos usaron lenguaje suave: "se filtra video íntimo de la viuda Emilia Castaño". Otros no disimularon: "¿Sexo, poder y venganza? Escándalo sacude campaña de la viuda del n
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