Damián fue llevado a la comisaría, donde su abogado se puso en contacto con él de inmediato. Damián, incluso esposado, irradiaba una peligrosa arrogancia durante el interrogatorio Ya tenía todo planeado...incluso esposado, irradiaba una peligrosa arrogancia durante el interrogatorio, mostrándose molesto ante los cargos imputados. No solo se negó a confesar, sino que usó sus conexiones y riquezas para sobornar generosamente al inspector a cargo. Incluso contraatacó, acusando a Mateo de incriminarlo con registros bancarios falsificados presentados como "prueba", en un intento desesperado por torcer la verdad. —Están equivocados —declaró Damián con voz calculadora—. Han capturado al hombre incorrecto. El verdadero criminal es Mateo. Él ha estado dirigiendo operaciones ilegales durante años. Examinen estos documentos y verán la verdad. —Deslizó los archivos preparados por su abogado sobre la mesa, manteniendo un contacto visual desafiante. El inspector recogió los documentos junto al fa

Valentina no podía evitar recordar ese momento en el que sostuvo el cuerpo sin vida de su padre tendido en el suelo. Un torbellino de emociones la invadía, pues sabía que la felicidad que tanto había anhelado junto a Mateo ya no podría disfrutarla. Así que permaneció allí, sentada, sintiendo un dolor profundo y un odio oculto tras una sonrisa forzada. Mateo entrelazó sus dedos con los de ella en un gesto protector, llevándose su mano a los labios en un beso que pretendía ser consuelo. Sus ojos cálidos buscaron los de Valentina, acompañando sus palabras con una sonrisa serena: —Todo estará bien, mi amor. No dejaré que nada malo te vuelva a pasar, ¿vale? —dijo, sin dejar de mirarla con dulzura. Su voz era un bálsamo que chocaba contra el muro de conmoción que mantenía a Valentina paralizada, incapaz de reaccionar, atrapada en su propio laberinto de pensamientos. Todos en el lugar guardaban un profundo respeto hacia Mateo y Valentina. Sabían que, a partir de ahora, tendrían que acat

Al percibir la tensión en el ambiente, Valentina concluyó con frialdad: —Damián ya está pagando por sus actos, pero sus cómplices aún no. No descansaré hasta que se arrastren hasta mí y confiesen su crimen. —La ironía tintó sus palabras mientras recogía metódicamente las fotografías esparcidas sobre la mesa. Mateo y su abuela cruzaron una mirada fugaz, intentando ocultar su inquietud. De pronto, Mateo soltó la copa y, con voz forzadamente calmada, se ofreció: —Déjame ayudarte con eso. Pero ella lo interrumpió con un gesto: —No es necesario, ya acabé —esbozó una sonrisa fría—. Terminemos la cena… Está exquisita, ¿verdad? —Asintió para sí misma, mientras continuaba comiendo con aparente normalidad, aunque por dentro ardía de ansias porque Mateo soltara la verdad que ocultaba. Más tarde, ya en la habitación, Mateo intentó acercarse a ella, deslizando caricias y besos, pero ella lo detuvo con firmeza: —Necesito descansar, Mateo. Apenas ha pasado poco tiempo desde que perdimo

Valentina recibe la caja y al mirarla, pregunta con desconfianza: —¿Quién te mandó? —No lo sé, señorita. Puede revisar dentro, tal vez tenga algún nombre —responde el mensajero antes de marcharse. Valentina abre la caja con cautela y encuentra un osito de peluche. Junto a él, hay una nota que dice: "Revisa el osito. Tiene una grabadora. Por favor, escucha atentamente todo lo que contiene. —Att. Isabella" Un escalofrío recorre su espalda. Al principio Valentina duda ¿Sería otra de las manipulaciones de Isabella? Con gesto brusco, arroja el osito a un rincón y abandona la oficina, refugiándose en su habitación. Las horas transcurren lentamente. La ausencia de Mateo aviva su curiosidad. De pronto, un pensamiento la sacude: ¿Y si esa grabadora contiene la verdad? Regresa a la oficina con paso decidido. Al examinar el osito con detenimiento, sus dedos tropiezan con un dispositivo oculto. Al reproducirlo, el contenido la deja petrificada. La grabación lo confirma todo. Las voce

Valentina se dirigió a su habitación y cerró la puerta con llave. No deseaba que Mateo entrara; ni siquiera soportaba la idea de tenerlo cerca. Tras darse una ducha, se refugió en la cama. Una hora después, Mateo intentó abrir la puerta y, al toparse con el cerrojo, un arrebato de ira lo empujó a salir a la calle. Caminó sin rumbo, tratando de ahogar en pasos la rabia que le quemaba el pecho. Mientras tanto, Valentina yacía desvelada. Los pensamientos se enredaban en su mente, negándole el descanso. Finalmente, se levantó y fue a la cocina por un vaso de leche. Bebió un sorbo, pero al probarla, los recuerdos de su padre la embargaron. Guiada por la nostalgia, se encaminó a su oficina. Avanzó despacio, observando cada detalle con ternura. recorriendo cada rincón con una mezcla de dolor y cariño. Se dejó caer en el sillón, apoyó los brazos en los reposabrazos y alzó la vista al techo. Entonces cerró los ojos, permitiendo que las lágrimas rodaran libremente mientras revivía aquella últi