(En otro lado)
''Sí, efectivamente ella está embarazada.''
En la penumbra de su elegante estudio, Edith sonrió. No era una sonrisa dulce ni alegre, sino una mueca fría, cargada de una amarga satisfacción. Sus dedos habían danzado sobre el teclado durante horas, moviendo los hilos invisibles de su red de contactos. Cada llamada discreta, cada favor cobrado en las clínicas más exclusivas, había tejido una imagen que ahora era innegable. Lauren estaba embarazada.
La noticia, confirmada con la frialdad de un informe médico, era como un veneno dulce que se extendía por sus venas.
Con un grito ahogado, se levantó de su silla con una violencia sorprendente. Sus manos se aferraron al borde del pesado escritorio de caoba, sus nudillos poniéndose blancos por la fuerza. En un arrebato de furia ciega, lo empujó con todas sus fuerzas. El mueble macizo se tambaleó, raspó el suelo con un estruendo sordo y finalmente cayó con un golpe seco, esparciendo papeles y objetos por toda la habitación.
— ¡Eso no era lo que tenía que pasar! ¡Él tenía que haberse enamorado perdidamente de mí!
Jadeando, con el pecho agitado y los ojos inyectados en sangre, Edith observó el caos a su alrededor. El escritorio volcado, los papeles esparcidos, los restos brillantes del cenicero... era un reflejo imperfecto del torbellino de emociones que la consumían.
— ¡¿Por qué?! ME ESFORCÉ TANTO EN AGRADARLE A TODOS....¡¿Por qué terminó de este modo...?!
Se mira en el espejo, su cabello enmarañado casi sobre su rostro, el maquillaje corrido y su respiración fuerte, no sevía diferente de una bestia salvaje, por primera vez Edith ya no quiso verse en el espejo
(***)
(Lauren)
No sé cuántas veces he ido ya al maldito baño.
Estas últimas dos semanas trabajar junto a Ezra se había vuelto un completo infierno debido a los mareos que llegan en los momentos más inoportunos, por no hablar de las jodidas náuseas que me acompañan todo el día.
«Varias veces el perfume de Ezra estuvo a punto de hacerme vomitar sobre él.» Me lavé las manos cuidadosamente después de haberme enjuagado la boca, la cercanía de Ezra que antes era suficiente para debilitar mis piernas se convirtió en una tortura.
Algo no se sentía bien ese día «Y no eran solamente mis ganas de vomitar cada cinco minutos» Se trataba de algo más... Profundo.
— ¿Realmente ella es tan importante para que la tengas a tu lado todo el tiempo?
Cuando escuché esa pregunta venir de la oficina de Ezra, mi corazón se saltó un latido.
— ¿A qué te refieres con eso?
Una conversación entre dos personas, Ezra y una mujer que no alcanzo a identificar de espaldas, Ezra está sentado de espaldas a la puerta de entrada y la mujer está de pie justo detrás de él.
Ezra estaría muy enojado si se enterase de que he estado escuchando a escondidas, quise irme y no ser entrometida, pero él nunca me había ocultado nada, ¿Por qué estaba teniendo una reunión secreta?
— Sabes de lo que estoy hablando, ¿Por qué sigues tratando de retrasar lo inevitable? ¿Es por ella? Lauren no ha hecho más que estorbar desde que llegó, ¡Solamente me humillas frente a esa... Beta de clase baja!
Me cubrí la boca con ambas manos de la sorpresa, ¿Ellos estaban hablando sobre mí?
— Lauren es mi amiga de la infancia y la persona que me ha ayudado a llegar donde estoy. — Respondió Ezra. — Tus quejas no son motivo suficiente para que hagas un escándalo en mi oficina, Edith.
«¿Edith? ¿Por qué Ezra estaría hablando en privado con una mujer como ella?»
¿Acaso ellos...?
— ¿Y si ella se enamora de tí? ¿Crees que por ser Beta no tiene sentimientos?
Ezra se quedó en silencio, un silencio muy incómodo.
— Eso sería un problema dada la naturaleza de nuestra relación. — Confiesa. — Pero ella jamás se aprovecharía de mí, Lauren no es solamente mi secretaria, es también la persona en que más confío, no hay forma de que la mire con ojos de amor.
Escuchar a Ezra decir eso fue.... Bastante doloroso, por primera vez en mi vida no supe qué hacer. Ahora mi secreto, el bebé... Se volvió más pesado y difícil de oucltar.
«Tonta Lauren ¿Por que lloras? Siempre supiste cuál era la verdad.»
El ligero 'Click' de la puerta abriéndose completamente me paralizó, intento disimular y secar mejor mis lágrimas, tratando de evitar las que estaban por salir. Entonces un pañuelo se extiende hacia mi cara.
— Lo escuchaste ¿Verdad? — Edith era la que me estaba ofreciendo el pañuelo. — ¿Por qué me miras con esa cara? Yo no obligué a Ezra a decir nada ¿O sí?
La figura esbelta de Edith se siente como una aparición espectral, acepto el pañuelo con desconfianza pero la sonrisa de ella comeinza a ponerme de los nervios.
— Se nota que tienes muchas preguntas, lamentablemente no puedo responderte muchas de ellas. — Dice ella, con una sonrisa venenosa. — Pero yo tengo una pregunta mucho mejor para tí.
Me siento completamente incómoda, Edith invade mi espacio personal y su voz de repente resuena con una autoridad que da escalofríos. No es una persona con la que debería meterme.
— ¿Q-qué quieres?
— Me molestan mucho las personas que simplemente no aceptan su lugar, aquellos que fingen no desear nada pero codician todo lo que no les pertenece. ¿No crees que son los peores?
Frunzo el ceño.
— Ve al punto, Edith.
— Digamos que estaba... recopilando información. Y debo decir que mis fuentes, como siempre, son impecables. Me preguntaba... ¿cómo estás llevando... la pequeña sorpresa que florece en tu interior?
El aliento se atasca en mi garganta, el mundo parece detenerse por una fracción de segundo, me sentí horrorizada pero Edith me miró con más intensidad, como si estuviera analizando mi reacción, espero que no haya notado cómo se me tensó hasta e cuello.
— ¿D-de qué estás hablando? — Logro balbucear, mi cuerpo tiembla e intento controlarlo.
Edith, por su parte, solo se rió de mí y se inclinó para hablarme de cerca.
—Oh, vamos, Lauren. No finjas demencia. Es bastante obvio, ¿sabes? Los repentinos malestares, esa palidez constante... y ese aroma... —hizo una pausa, sus ojos clavándose en mi vientre como si pudieran ver a través de la ropa—. Un aroma inconfundible para alguien con mi... sensibilidad. Un aroma dulce, ligeramente punzante... el inconfundible susurro de un omega en las primeras semanas de... su estado. Y no necesito ser una genio para saber quién ha plantado esa semilla, ¿verdad? Después de todo, Ezra siempre ha tenido una debilidad por lo... raro y lo... prohibido.
¿Cómo se había enterado Edith?
Mi corazón brincó del susto, una combinación entre terror y sorpresa me hizo un nudo en el estómago, ¿Cómo podía Edith siquiera sugerir algo como eso? No, seguramente está probándome, no hay forma de que Edith sepa que estoy embarazada.
Pero la ansiedad carcomiéndome y la sonrisa de victoria de ella... Joder realmente me está haciendo dudar.
— Felicidades por ocultar el hecho de que eras tan retorcida como cualquier otra mujer que se arrastra a la cama de Ezra. — La sonrisa de Edith, una curva perfecta en sus labios carnosos, no alcanzaba sus ojos, que brillaban con una intensidad depredadora.
Sin darme cuenta, mis manos se cerraron en puños. Ezra del otro lado de la puerta era la menor de mis preocupaciones en ese momento, la mera idea de que Edith, una omega cuya belleza era casi tan grande como su astucia, hubiera descubierto mi secreto me roba el aliento.
Pero igual mantuve la cabeza en alto, no dejé de mirarla ni por un instante.
— Dices tonterías... ¿No acabas de escuchar tu misma que jamás tendría una oportunidad como esa'
— Eso no significa que no pueda ocurrir, a fin de cuentas Ezra sigue siendo un hombre con necesidades.. — Edith me sigue cuando intento alejarme de ella. — Pero los secretos siempre encuentran la manera de ser descubiertos, incluso a plena luz del sol, ¿no crees? Y algunos secretos... pueden llegar a ser una muy MUY mala y destructiva noticia.
Ambas nos quedamos en un silencio que para mí fue incómodo, ¿Cómo Edith había descubierto eso? ¿Qué más sabía? Siento que mi estómago da un vuelco por los nervios aunque estoy intentando mostrarme lo menos nerviosa posible, Edith solo tiene sospechas y rumores sin cofnrimar, cualquier paso en falso podría delatarme.
Pero la boma que soltó Edith después fue...
— Te aprovechaste de él cuando estaba borracho, Lauren, eso es algo muy malo. — siseó— Es un poco tonto que creas que él va a reconocer tu error y aceptar a ese bebé. Pero, sorpresivamente para tí, no he venido a pelear contigo hoy.
Esa declaración me dejó confundida (Más de lo que ya estaba)
—Lo importante es que tienes un problema... y yo puedo ayudarte a deshacerte de ese problema. — Edith cambió su tono de voz repentinamente hacia mí.
Era casi como si... ¿Quisiera ayudarme?
— ¿Por qué tendría que creer en tus palabras después de todo? — Me reí con sarcasmo.
— Porque tú misma sabes que Ese bebé... no puede nacer, Lauren. Ezra nunca te creería. ¿En verdad piensas que un alfa como él aceptaría un hijo engendrado en esas circunstancias?
Edith Ni por un instante dudó de su afirmación, ni sugirió la posibilidad de otro padre. Su certeza era absoluta.
— Ni siquiera tienes pruebas para acusarme de esas tonterías que dices, Edith.
Edith inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos brillando con una intensidad fría. — Digamos que... unas personas vieron a Ezra entrar a tu dormitorio esa noche. Y esas personas me lo contaron.
Mis piernas se debilitaron apenas la escuché, si la verdad de esa noche era revelada tanto yo como Ezra seríamos devastados.
¿Un ardiente romance de una noche dejó a la secretaria de Ezra embarazada? La prensa mataría por un escándalo como ese.
—Piensa en ti, Lauren. Eres una beta, sola en este mundo, sin familia que te respalde, sin posesiones que te den seguridad. ¿Qué clase de vida podrías ofrecerle a esta criatura?
La lógica de Edith finalmente consigue lo que quiere: Hacerme vacilar.
Proteger a Ezra o el sombrío panorama de mi futuro siendo madre sotlera y sin recursos para sostener a un niño.
«Creo que la pregunta se responde sola...» Me mordí el labio con cierta ansiedad.
—Tienes que prometer que esto quedará entre nosotras,— supliqué —No quiero que sepas esto sobre mí y que lo uses para chantajearme en el futuro.
— Oh por Dios, Lauren ¿Qué clase de monstruo crees que soy? la reputación de Ezra me importa tanto como a tí. No quiero que se vea arrastrado a un escándalo innecesario... por tu descuido.
Su respuesta era fría, pragmática, carente de cualquier rastro de empatía genuina. Para Edith, parecía ser una cuestión de control de daños, de mantener intacto el prestigio del alfa.
— Necesito saber cómo... cuándo podemos hacerlo,— dije, la urgencia marcando cada palabra.
— Será Pronto,— respondió Edith, su tono ahora eficiente y resolutivo. — Nos veremos pronto. Te diré cuándo y dónde.