Capítulo 44. Joseph
Alina caminó por el pasillo frío de la prisión subterránea, la bandeja con comida caliente entre sus manos temblorosas. El aroma del guiso aún flotaba en el aire, mezclándose con el olor a humedad y piedra antigua. Sus pasos resonaban apagados en el corredor, pero en su corazón, el tamborileo era ensordecedor. Iba a ver a Joseph, su amor de juventud, a quien creía perdido en el pasado, y que ahora estaba allí, preso, un fragmento vivo de todo lo que alguna vez fue.Al doblar la esquina, llegó a la celda donde él se encontraba. Joseph estaba sentado en el banco de piedra, la luz tenue apenas iluminando su rostro marcado por la fatiga y el tiempo. Al verla, sus ojos se abrieron con sorpresa y una mezcla de emociones difíciles de definir.—Alina —musitó, alzando la mirada y casi sin poder creer que fuera ella.Ella se acercó con cautela, dejando la bandeja a un lado, y sin mediar palabras extendió los brazos para abrazarlo. Joseph dudó por un instante, pero luego se dejó envolver, sintie
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