Capítulo 139. Hermanas
La noche había caído sobre el castillo Blacknight, pero el corazón de Alina no lograba hallar descanso. La carta de Marianne ardía contra su pecho como un hierro candente. Se había despertado una y otra vez, su mente repasando las palabras, buscando una señal, una verdad escondida entre los trazos. Al final, tomó la decisión que sabía era peligrosa, pero inevitable: debía verla.Al amanecer, mientras todos se ocupaban de sus tareas y Devon había salido con algunos soldados para inspeccionar los muros, Alina se vistió con una capa oscura y bajó en silencio a los establos.—Mi señora —susurró una voz entre las sombras. Era Lyra, con la expresión ansiosa y los ojos muy abiertos—. ¿A dónde va?Alina se detuvo, sosteniendo con firmeza las riendas de un caballo alazán.—No puedes decirle a nadie —pidió con urgencia, mirándola directo a los ojos—. Debo ver a Marianne.—¡No! —exclamó Lyra, tomando su brazo con fuerza—. ¡No lo haga! No es seguro, está a punto de dar a luz, no puede arriesgarse
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