El camino a Valenhall no fue sencillo. Los primeros días, la nieve derretida y el terreno pantanoso dificultaron su avance. El aire era frío y húmedo, y el sonido del deshielo era un constante murmullo bajo el peso de sus pies. A medida que se adentraba en las montañas, el camino se hacía más rocoso y empinado, pero también más seco. El sol de la mañana se convertía en un faro que los guiaba, y los aullidos de los lobos de la noche anterior se volvieron recuerdos lejanos.La alianza entre Wolf, Christina y Kael era ahora un pacto de necesidad. El silencio entre ellos no era de hostilidad, sino de una comprensión tácita. Kael exploraba el terreno por delante, usando su conocimiento de la montaña para encontrar el mejor camino. Wolf se mantenía cerca de Christina, su presencia era un recordatorio constante de su promesa. Por su parte, Christina, aunque todavía cautelosa, comenzaba a ver al hombre que tenía delante, no al monstruo que la había capturado.Unos días después, al atardecer,
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