Rosie. Una de las tantas perras que estaban tras Nathan. No me sorprendía que dijera aquello, lo que si me sorprendía es que el Alfa se lo creyera. Solía llamarle perra en mi mente, como un chiste. Loba, perra. Eran casi lo mismo. Y, además, ella no me caía bien. De pequeña siempre se burló de mí, más de una vez caí en varias de sus bromas pesadas y humillaciones.
Sí, la detestaba. ¿Pero quién podía juzgarme?
—Con todo respeto, mi señor, pero creo que todos sabemos cuán obsesionada está la señorita con el joven Nathan.
—Es cierto, pero los sabios dicen que fácilmente puede ser una conexión temprana.
Los sabios a veces se equivocan, quise decirle. Llamábamos sabios a los lobos más antiguos, aquellos a los que recurríamos en busca de consejos. Cada manada contaba con su grupo de sabios, pero en la nuestra por lo general no se involucraban demasiado.
—Es una opción —dije en cambio.
—Por el momento no puedo saberlo con exactitud, sólo debo confiar en su palabra. Te pido, Eleanna, que estés atenta a esa relación.
Sentí asco sólo de escucharlo decir aquello, sin embargo, asentí, aceptando esa misión. No existía forma de negarse a una orden directa del Alfa, era simplemente imposible. Incluso si el alfa te ordenaba saltar de un risco, debías cumplirlo.
Me retiré, teniendo sentimientos contradictorios.
Estaba segura de que Nathan era mi mate, sabía que era mi pareja, mi persona destinada. Sin embargo, él era el hijo del alfa, en un futuro sería el líder de la manada, no podía tener a una pareja humana.
Cuando llegué de vuelta a la guardería, una carcajada se me escapó cuando vi al gran Nathan cubierto de brillantina, con lápiz labial y una boa de colores brillantes en el cuello. Incluso así de patético, se veía atractivo.
Las niñas rieron, traviesas. Estaban terminando de realizar su travesura cuando me les acerqué. Eran tres niñas pequeñas, pero eran capaces de hacer miles de desastres. Al menos esta vez fue algo pequeño, inocente. No quería verlas en modo maldad cuando estaba cuidándolas.
—¿Está dormido? —les pregunté en un susurro.
—No duró ni diez minutos —respondió Anne.
Reí, sin poder evitarlo. Nathan era el peor cuidando de los niños, siempre terminaban haciendo lo que quisieran con él.
—Despierta bello durmiente —le moví un poco, recibiendo un gruñido como respuesta.
Rayos. ¿Por qué tenía que ser tan sexy?
—Vamos, Nate, arriba.
—Cinco minutitos más —suplicó.
—No. Debes levantarte o el beta va a regañarte.
—No me importa, tú te quedas ahí para defenderme —refutó, abrazando con fuerza uno de los peluches que estaban a su alrededor.
Le permití dormir por un rato más. Seguramente estuviera agotado, los fuertes entrenamientos como futuro alfa estaban acabando con él.
Las horas fueron pasando, todos los padres fueron a buscar a sus hijos, agradeciéndome el haberlos cuidado. Nathan seguía durmiendo en el suelo y no sabía cómo despertarle.
—Nate, es hora de despertar —me incliné hacia él, intentando hacerle reaccionar.
Maldito lobo dormía como un oso en plena hibernación.
De repente, sus brazos me envolvieron y quedé pegada a su cuerpo, como si fuera uno de los peluches de la guardería. Mi corazón latió desenfrenado, la conexión de mates palpitando en mi interior.
No era la primera vez que lo veía dormir. En las noches de tormenta, el hijo del alfa se refugiaba en mi habitación. Yo no le temía a nada, puesto que desde pequeña había estado en mitad de las tormentas, pero entendía que él tuviera miedo. Era así, viéndolo dormir, que sentí la conexión por primera vez.
Lo amaba. Con locura y desesperación. Amaba a aquel chico que me hacía bromas, pero que me cuidaba de todos los demás. Aquel que se reía con grandes carcajadas cuando estábamos a solas, aquel que jugaba videojuegos conmigo y se molestaba cada vez que perdía, pero aún así no dejaba de jugar.
Mi compañero.
—Rosie, hueles delicioso.
La furia me invadió. Con una fuerza poco usual en mí, le di un gran empujón que terminó por despertarlo. No le di mayor importancia a su gesto descolocado, mucho menos a su balbuceo. Estaba tan furiosa que apenas le presté atención a su respuesta, concentrándome en recoger mi bolso y mi suéter.
—¿Elle? ¿Qué pasa? —preguntó, siendo aún víctima del cansancio.
—Me voy a casa —expliqué en pocas palabras.
—Espera. ¿Estás molesta porque me quedé dormido? Lo lamento, los entrenamientos cada vez han sido peores y...
—No me interesa saberlo —le interrumpí, tomando mi bolso y saliendo de la cabaña.
Escuché sus pasos detrás de mí. Lo ignoré, no me importaba lo que tuviera por decir o lo que sea que quisiera.
—Eleanna, ya hemos hablado, no puedes esperar que sepa que te enoja si no me lo dices.
No le respondí.
No podía hacerlo. ¿Cómo le explicaba que me moría de los celos al verlo con Rosie? ¿Cómo le explicaba que sentía que era mi mate, aun cuando yo no era un lobo y ni siquiera tenía la edad requerida para sentirlo?
Era simplemente imposible, por lo que seguí callando. Algún día, quizás, me atrevería a decirle.
Aunque si era sincera conmigo misma, no me importaría esperar a que él cumpliera la mayoría de edad y se diera cuenta por sí mismo. Sólo faltaban un par de meses para eso.
—¡Eleanna! —pronunció con voz de alfa, paralizando mi cuerpo.
A diferencia de su padre, Nathan no me generaba miedo. De hecho, era una de las personas en la que más confiaba. Sin embargo, seguía sintiendo una especie de respeto hacia él.
—Por favor, habla conmigo —suplicó, envolviendo sus brazos alrededor de mis hombros, abrazándome por la espalda.
Eso era lo que más odiaba de él. No respetaba mi espacio personal, era contestón, malcriado y celoso, confundía mis sentimientos de un momento a otro.
—Está bien, Nate. No es nada —dije, sintiendo algunas lágrimas bajar por mis mejillas.
—No lo está. Estás llorando, Elle. Puedo oler tus lágrimas.
—Es sólo sudor —mentí, aunque era inútil.
—Podrás engañar a cualquiera, pero jamás lograrás engañarme a mí. Te conozco, conejita.
Ese era un apodo que siempre me hacía temblar. Me lo había puesto cuando recién llegaba, como una burla. Él, era el gran lobo feroz y a su lado, yo sólo era una pequeña conejita.
—Sólo vayamos a casa —pedí con voz trémula.