—Luna me comentó que Saphira regresó a su antiguo apartamento con Alin —informó Rogelio mientras ayudaba a Medea a empacar sus cosas—. Actualmente, Romina es quien ocupa su lugar y está planeando una boda por todo lo alto.Medea soltó una risa llena de ironía.—No sé qué estupideces le habrá prometido a Saphira para que accediera tan fácilmente —bufó—. Y en cuanto a Romina... terminará rechinando los dientes el día que demos la noticia de mi matrimonio con Kaien.—Esa fue una maravillosa idea, señora —la elogió Rogelio, mirándola con orgullo—. Y felicidades por su matrimonio. La veo muy contenta últimamente.—No te lo puedo negar. Kaien y su hija me hacen sentir cómoda. No pensé que podría volver a abrirme con nadie después de lo que me pasó, pero con ellos... es muy fácil.—Solo espero que sepa lo que hace, mi señora. Esas hienas no se quedarán quietas cuando sepan de su matrimonio.—No te preocupes, tengo todo bajo control.Unos suaves toques en la puerta interrumpieron la conversac

Elian acariciaba la fotografía entre sus manos, esa que se había tomado con Medea cuando apenas se habían comprometido. Al verla sonreír con tanta luz en los ojos, el corazón se le encogía, no solo por la pérdida, sino también por el rencor que le dejaba el abandono.—Nunca debiste dejarme, Medea —susurró con amargura.Al escuchar pasos bajando por las escaleras, guardó la foto apresuradamente en su billetera, donde la llevaba desde el día en que ella se fue.—No te molestes en esconderla —dijo Leticia desde el recibidor—. Sé que todavía la extrañas.—No lo supero —admitió.—Deberías intentarlo. La que está contigo ahora es Romina. ¿Ya fuiste a acompañarla a elegir el vestido de novia?—¿Para qué? Que lo haga sola. Ya bastante tengo encima —masculló Elian, irritado—. Solo habla de moda, fiestas y estupideces. Su cabeza está vacía.—Hijo —Leticia se sentó a su lado, suspirando cansada—. Medea ya no está, y no va a volver. Deberías enfocarte en consentir a Romina…—No he logrado dar con