—No —niega—. Él tiene razón, es decir, somos amigos, pero no mejores amigos, no podemos ser mejores amigos y nada más. Al menos, yo no puedo —Se acerca a ella—. Yo te amo, Aye y lo sabes, no es ningún secreto para nadie y sé con seguridad que tú también, o al menos sientes algo fuerte por mí. Puede que estés confundida y no me molesta, a decir verdad, te entiendo, en parte fue mi culpa que hoy estemos así. Pero quiero que retomemos lo nuestro o comencemos de nuevo, como tú quieras, solo quiero estar contigo de todas las maneras en que te imaginas —Le muestra su sonrisa traviesa de costado—… Y las que no te imaginas también. Te amo, pequeño y voy a esperar a que estés segura. Segura de mí, de ti, de nosotros. Puedo esperarte, siempre y cuando no me prives de los pequeños momentos como los de anoche; el estar juntos, aunque no pueda tocarte como quiero, me da fuerzas y esperanza para seguir. Tienes el tiempo que necesitas, mientras puedas tenerte de nuevo entre mis brazos —Sonríe de sí
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