En el Penthouse, más precisamente en la habitación de Mateo, él y Aye seguían plácidamente durmiendo abrazados. Él la sostuvo toda la noche entre sus brazos disfrutando de un placentero sueño.
Aye comienza a recobrar la conciencia y de a poco abre sus ojos, los brazos de Mateo a su alrededor le hacen recordar en dónde y con quién se encontraba. Una pequeña sonrisa se asoma en sus labios y con mucho cuidado se gira para quedar frente a él. Recorre el rostro del joven con su mirada; él seguía siendo tal cual lo recordaba, nada en su precioso rostro había cambiado, quizás podía ver que estaba más endurecido, pero seguía siendo él. Levanta una mano y con cuidado quita un mechón de su cabello, el cual caía sobre su frente y lo enrolla en su dedo, tal cual hacía cuando estaban juntos, siempre le había gustado ese mechón rebelde.
Mateo sonríe al sentirla.
—Me preguntaba cuando ibas a dejar de mirarme y me tocarías —esboza sin abrir sus ojos.
—Estabas despierto —le acusa son riendo.
Mateo abr