Afuera del salón, la noche estaba fría, y eso era justo lo que ella necesitaba para poder hacer que su cuerpo saliera de su estado catatónico. Sin embargo, Aye no para su carrera, ella corre hasta la esquina en donde se sienta en los peldaños de unos escalones frente a la fachada de una tienda. De a poco su respiración se está normalizando, no obstante, su corazón no para su atormentado latido y ella sabe muy bien que no es debido a su huida, si no, es debido a Mateo y su forma de hacerla sentir. ¿Qué era lo que pasaba con ellos? ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil, cuando antes jamás lo fue? Cuando eran chicos, lo más difícil para ellos, o más bien para ella, era su primera vez. Ahora lo difícil, es casi todo. Y dice “casi” por no animarse a decir “todo” ¿Por qué no podía rendirse y decirle que sí a Mateo? Esa era una pregunta estúpida, ya que sabe muy bien la respuesta. Miedo. Tiene miedo de que él se vuelva a ir. Tiene miedo a que él vuelva a dejarla. Tiene miedo de que, si le
Leer más