Alicia dio un paso atrás, tambaleando ligeramente como si hubiera sido empujada por una fuerza invisible. Su respiración se aceleraba, y su pecho subía y bajaba con cada inhalación, aunque su mente luchaba por encontrar lógica en lo que acababa de suceder.Dante, con los ojos entrecerrados y la respiración densa, la miraba fijamente. La intensidad de su mirada, como si estuviera viendo a través de ella, calaba más hondo que cualquier palabra que pudiera decir.Pero ella no podía quedarse callada, no ahora. El contacto de sus labios aún ardía en su piel, y sentía que el calor de su cuerpo invadía cada rincón de su ser, como si su alma estuviera atrapada en un fuego del que no sabía cómo escapar.Con una determinación renovada, Alicia levantó la mano y, sin pensarlo dos veces, le propinó una bofetada. El sonido seco de la cachetada resonó por la habitación como un eco que terminó de quebrar el silencio denso de la noche.—¡No vuelvas a hacer eso! —gritó, su voz temblando de furia y vuln
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