Honestamente, no había pensado muy bien en sus palabras antes de dejarlas salir de su boca. De hecho, ni siquiera había pensado en la posibilidad de hacer pública su relación personal, o amorosa, con Johari. Solo… se dejó guiar por sus impulsos al tener a Luciano Delclaux en su oficina, con esa cara de altanero y sonrisa casi siniestra.Las cosas no estaban bien. Nada bien. No solo estaba en juego su vida privada, también el destino que tendría la empresa que heredó de su padre cuando todo esto explotara. Sin embargo, aquí estaba él, sosteniendo firmemente la mano de su asistente, como si ella fuera su ancla. Lo cual era, de alguna manera, un pensamiento bonito. Por supuesto, había mucho por lo que…—Oh, buena broma, Andrew —imperó el vicepresidente, interrumpiendo sus pensamientos—. Por un segundo creí que hablabas en serio, pero ahora, que veo dudas en tu rostro, supongo que…—¿Broma? No, no es una broma, Luciano —profesó, ladeando la cabeza hacia un lado—. Aunque tengo que confesar
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