La sensual compañía de su asistente.
Pocos minutos después, su asistente ingresó a su despacho. Una taza humeante en una mano y la agenda portátil en la otra. Le hizo una seña para que se sentara y ella le acercó la taza.
—No es café. —Él arqueó una ceja—. Es té de valeriana¹, señor. Le prometo que se sentirá mejor.
No dijo nada al respecto y aceptó el té. Bebió un sorbo mientras analizaba la manera de abordar un tema tan complejo como lo que sea que había estado ocurriendo entre los dos. Estaba nítido que no solo se trataba de atracción mutua y no solo era deseo por saltar sobre el otro. Había algo más allí, algo que no sabía cómo nombrarlo, si era que tenía nombre en primer lugar. Pese a eso, por su parte, sabía que su asistente se había metido bajo su piel hasta llegar a un sitio dormido dentro de sí. Un sitio en que descansaban serenamente, hasta hace poco, sentimientos más profundos y sólidos. Honestamente, podía decir que no estaba enamorado, pero sí sentía algo mucho más fuerte que atracción y deseo.
—Bueno, es ev