Emma regresó a su habitación después de todo lo sucedido. No se dejó llevar por la tristeza, ni tampoco por el enojo. Simplemente, comenzó a guardar sus cosas con una calma que la sorprendió. Era como si, en ese momento, algo dentro de ella hubiera hecho clic, algo que le permitió ver las cosas con una perspectiva diferente. Estaba de más en ese sitio Tomó la maleta, y con una serenidad que le dolía, la comenzó a llenar con sus pocas pertenencias. No necesitaba más. Nada en esa casa le pertenecía. Todo, desde las camas hasta la ropa en su armario, había sido de Francesca. Y en cuanto ella regresara, como estaba a punto de suceder, todo sería de ella de nuevo. Emma no se sentía rechazada, pero sí entendía que no era parte de ese mundo. Ella había sido contratada para cumplir un rol, y eso había hecho, sin muchas quejas, pero ahora era el momento de irse. Antes de salir, dejó una nota para Leonor, agradeciéndole todo lo que había hecho por ella. No mencionó nada más. Leonor siempre
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