Por la tarde, la mansión Bourth se llenó de vida con la llegada de los invitados. Massimo, Mateo, Emilio, Paolo, Maximiliano y Mauricio Sotelo, junto con Sofía, Alba, Valentino, Felipe, Demetrio y Alejandro, fueron recibidos cordialmente por Enzo, quien, aunque seguía herido, mantenía su compostura habitual.Cookie, el cachorro de Amatista, no tardó en hacer de las suyas. Apenas Valentino se sentó, el travieso perro comenzó a atacar sus zapatos.—¡Enzo! ¿Puedes hacer algo con este perro? —protestó Valentino, intentando alejar al cachorro mientras agitaba el pie—. Me estoy cansando de comprar zapatos nuevos cada vez que vengo.Enzo se rió con ganas, disfrutando del momento.—Te regalaré diez pares de zapatos nuevos, ¿qué te parece? —respondió con una sonrisa burlona.Valentino suspiró, exasperado.—Preferiría volver a casa con los que ya tengo intactos.Mientras Valentino seguía luchando con Cookie, Emilio aprovechó la pausa para preguntar:—¿Y Amatista? ¿Cómo sigue?Enzo, con tranquil
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