En Chicago, Zayda Montgomery no deja de moverse de un lado al otro. Su mirada asesina tampoco deja la televisión buscando alguna noticia de la desaparición de Scarlette. Más de dos semanas desde que esa engendra del demonio desapareció al igual que Cillian.Zayda no había estado jamás en su vida tan ansiosa y en la espera de algo que duda mucho de que llegue. Scarlett le vio la cara de idiota, y se esfumó. Solo el diablo sabe para dónde. Su rostro está congelado en el televisor sin ninguna pista que logre ayudarla. Nada que pueda advertirle del paradero de Scarlett.Desea descuartizarla y ahora sí desaparecerla para siempre. ¿Con qué cara verá a la familia de Cillian? Sólo le tocará hacerse la desentendida y no saber qué fue lo que ocurrió. Se meterá en un lío cuando la propia familia de Cillian le pregunte directamente sobre su hijo y sobre Scarlett.Calmando sus estragos con un suspiro, Zayda se da la vuelta por completo y abre la habitación. Su hermano no puede enterarse que Scarle

En los labios de Gerald una tormenta apasionada surge para no detenerse. Sus labios moviéndose al compás de esa necesidad que tanto la habían atosigado por Esad la dejan nula, le nublan la mente. Pegada a Gerald, Scarlett está encarcelada en brazos y labios. Un feroz beso la acorrala en la pared antes que pueda decir y hacer algo en contra. Scarlett se deja llevar por la suavidad y la bestialidad con la que Gerald reclama por ella. Había creído su indiferencia en estos días y su comportamiento controlador donde la sometería a cualquier humillación. No pensaba que en sus labios comenzarían a confundirla. Su esposo la sigue besando con tanto anhelo y suavidad temiendo hacerle daño si pierde el control. Los labios de Scarlett son carnosos, suaves, y se mueven con los suyos en un estallido inigualable de deseo. Gerald rodea su cintura, aferrándola a su cuerpo con posesividad. Scarlett hunde las uñas en su pecho al darse cuenta que está completamente lista para dejar que su cuerpo sea

Confundida, totalmente contrariada a lo que alguna vez pudiese haber pensado, Scarlett centellea sus largas pestañas claras con la mirada de Gerald todavía en ella. Sus manos enormes aferrándola, el poder que tiene cada vez que le roba el aliento con una mirada, su voz rasposa que en vez de ser cuchillos ahora es una caricia inconfundible. No debería estar confundida, ni tampoco angustiada de que sus palabras o el simple toque le produzcan algo.Scarlett se remueve en sus brazos e intenta escapar. Baja la mirada, tímida, dándole entender que ya está incómoda de estar a su lado. No hay respuesta de Gerald porque Rina los interrumpe. Una mirada pacífica e inalterable surca en Gerald pero se mantiene neutral. Scarlett sonríe hacia Rina para aplacar ésta enorme tensión entre ambos.—¿Todo bien? Ya vamos a comer —Rina coloca su mano de porcelana en el hombro de Scarlett.Gerald recibe el ofrecimiento de su prima con un pequeño asentimiento. Cuando no comparten más palabras Scarlett llega a

Impresionando a Gerald desde el momento en el que entra Scarlett no tarda en agarrar el cabello de Saemira y jalarla hacia atrás.—¡¿Pero qué demonios…?! —Gerald se aleja del escritorio para acercarse a su mujer y tratar de quitarla de encima de Saemira.Saemira también grita al no esperarse algo semejante, impresionada de que haya sido Scarlett. Para el colmo Scarlett muestra dientes y uñas con tal de arrancarle la sonrisa a Saemira y hacerle pagar su reciente y clara humillación—Scarlett —espeta Gerald cuando finalmente su mujer suelta a Saemira por el cabello. Aún así Scarlett patalea e intenta tomarla otra vez de su cabello. Gerald se interpone entre las dos—. ¿Qué está ocurriendo?—¡Y-yo no sé! ¡La señora Van Rome fue quien se vino ante mí! No sé que estaba tratando de hacer —balbucea Saemira roja por la rabia. Sus ojos abiertos miran a Scarlett. Acaba de subestimarla y eso no estaba tampoco en sus planes—. Lo juro.Scarlett se zafa del agarre de Gerald de mala manera. Es claro

Dejar a Scarlett es un vaivén de emociones. Lo que le genera más necesidad a Gerald es mantenerse cerca de ella, aunque lo odie. Odia lo que experimenta su cuerpo al mirarla preciosa en su soledad, tragando cualquier duda y volviéndolo un hombre contradictorio que dice una cosa y hace otra. Lo odia más de lo que alguna vez pudo haber pensado, ese sentimiento. Gerald está al borde del abismo.No sabe por cuánto tiempo aguantará. Aguantar a esa mujer con todo y su desdén para hacerlo un muñeco con el que puede jugar cada vez que se venga en gana. No dormirá en la habitación. En camas separadas, lo más lejos posible de ella, es un llamado a la incitación. Incluso una tentación peor. Tiene muchas cosas en la cabeza y Scarlett quien tiene toda su atención, y no debería.En la oficina se queda de pie para servirse un fuerte whiskey y dejar pasar aquel molesto ardor en sus manos. Tenerla cerca suyo es fuego. Cuando ella roza sin pensarlo su trasero con su miembro cada parte del cuerpo de Ger