11. Desconfiando
Con las manos temblorosas, Scarlett deja el bolígrafo al lado del papel. Le cuesta mirar hacia arriba. Su respiración baja y sube y el malestar que no había experimentado todo éste tiempo a la llegada aparece. Scarlett sube la mirada, alerta.Gerald tiene las manos entrelazadas, a la espera de algo que Scarlett no sabe. Por esa razón la tensión entre los dos acrecienta, el instante se detiene cuando ambos se dan cuenta de algo. No sólo los bebés los unen.Ahora está claro: ahora es Scarlett de Van Rome.—Saemira, Edmund —Gerald habla, sin quitarle la vista—. Mi esposa tendrá exactamente la potestad en cada uno de mis bienes. Cualquier cosa que ella ordene se le concederá sin rechistar. Es dueña de todo lo que es mío —Gerald se pone de pie. Le ofrece la mano a una Scarlett impresionada. También se pone de pie. Gerald observa a Edmund y a la mujer.—Claro, señor —responde ella, de brazos cruzados. Tiene unos ojos negros fijos en Scarlett—, soy Saemira, señora.Nula a responderle, sólo a
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