29. En sus brazos
Dejar a Scarlett es un vaivén de emociones. Lo que le genera más necesidad a Gerald es mantenerse cerca de ella, aunque lo odie. Odia lo que experimenta su cuerpo al mirarla preciosa en su soledad, tragando cualquier duda y volviéndolo un hombre contradictorio que dice una cosa y hace otra. Lo odia más de lo que alguna vez pudo haber pensado, ese sentimiento. Gerald está al borde del abismo.
No sabe por cuánto tiempo aguantará. Aguantar a esa mujer con todo y su desdén para hacerlo un muñeco con el que puede jugar cada vez que se venga en gana. No dormirá en la habitación. En camas separadas, lo más lejos posible de ella, es un llamado a la incitación. Incluso una tentación peor. Tiene muchas cosas en la cabeza y Scarlett quien tiene toda su atención, y no debería.
En la oficina se queda de pie para servirse un fuerte whiskey y dejar pasar aquel molesto ardor en sus manos. Tenerla cerca suyo es fuego. Cuando ella roza sin pensarlo su trasero con su miembro cada parte del cuerpo de Ger