La ciudad seguía su curso, indiferente a los juegos de poder que se tejían en sus entrañas. Los rascacielos se alzaban como gigantes de cristal, reflejando la lucha que se libraba en su interior. Isabela caminaba por los pasillos de Luján Enterprises, con pasos firmes, cada uno marcado por el peso de las decisiones que debía tomar. Clara, ahora más que nunca, se había convertido en una pieza crucial en el tablero. Y si había algo que Isabela sabía hacer bien, era jugar en ese tablero.En el edificio, las luces brillaban con fuerza, pero su resplandor no alcanzaba a disipar las sombras que la envolvían. Había algo en el aire, algo palpable, que indicaba que la calma estaba a punto de romperse. Isabela se detuvo frente a la puerta de su oficina y, antes de entrar, miró una vez más hacia el horizonte a través de la ventana. La ciudad parecía tranquila, pero ella sabía que todo podía desmoronarse en un instante.Dentro de la oficina, la atmósfera estaba cargada de tensión. Su asistente, R
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