Morgane— Morgane, di algo, se impacienta Dorian.Lucian no dice nada, pero su mirada brilla con una preocupación contenida.Ezechiel, por su parte, espera. Su mano extendida hacia mí es una invitación, una promesa, una maldición.Cierro los ojos y me sumerjo en mi interior. Las runas en mi piel palpitan, emitiendo una luz vibrante. Una fuerza milenaria despierta en mí, sacando a la luz recuerdos dispersos de un pasado olvidado.Un campo de batalla. Sangre, gritos, almas perdidas buscando la paz. Yo, de pie, frente a Ezechiel, nuestras manos unidas por un antiguo juramento. Dorian, herido, llamándome. Lucian, observando desde la sombra, dividido entre su deber y su corazón.Un gemido escapa de mis labios mientras abro los ojos, tambaleándome. Dorian me agarra inmediatamente, pero me suelto suavemente.— Morgane…? murmura Lucian, incierto.— Recuerdo, digo con voz temblorosa.Ezechiel sonríe, un destello de triunfo en su mirada.— Entonces sabes lo que debes hacer.— No. Solo sé que es
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