Morgana
Veía lugares que nunca había pisado, sentía el frío mordaz de una época pasada, escuchaba voces susurrar mi nombre a través de los siglos.
— ¿Morgana? llamó Dorian, su voz a la vez preocupada y protectora.
Intenté hablar, pero un aliento helado encarceló mi garganta. Mis ojos se pusieron en blanco mientras mi cuerpo se tensaba bajo el influjo de esa magia demasiado antigua, demasiado poderosa.
Lucian, por su parte, se acercó con cautela, pero percibí una chispa de fascinación en su mirada.
— Ella se recuerda murmuró.
Fui proyectada a otra época. Una amplia sala iluminada por antorchas, seres de túnica arrodillados ante mí, orando en una lengua olvidada. Mi corazón latía de manera diferente, mi aliento era más lento, más medido. Yo era otra. ¿Una sacerdotisa? ¿Una reina?
Un hombre se acercó a mí en esta visión. Sus rasgos me eran familiares… ¿Dorian? No, era más oscuro, más amenazante. Lucian.
— Eres mía declaró con autoridad.
Pero otra voz se alzó, más dulce pero igualmente de