108. Hoy es Viernes, y el Luisón lo Sabe
Florencio se quedó solo. Rodeado por lobizones restantes, que lo miraban, a él, como la única presa que quedaba. El sudor le corría por la cara. La munición era escasa. La esperanza, una palabra sin significado. La sangre de Kael era un charco tibio que se extendía lentamente por el suelo de cemento. Florencio, solo en medio de la carnicería, no tuvo tiempo de procesar el sacrificio. Levantó la vista hacia la pasarela, su corazón un nudo de hielo, justo a tiempo para ver a Selene caer, desarmada, a merced de Elio. Vio la garra de su enemigo levantarse para el golpe de gracia. La impotencia fue un grito ahogado en su garganta. 🌖 🌊 🐾 En la pasarela, Selene vio la garra de Elio descender. Cerró los ojos, no por miedo, sino por una rabia impotente. Pero el golpe nunca llegó. Un sonido extraño cortó el aire. Un flash. Un destello de luz silenciosa, venida de la nada, que pareció congelar el tiempo por una fracción de segundo. Casi imperceptible en medio del estruendo. Elio, descon
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