POV: León Desde muy temprano estoy en mi puesto. Llevando a cabo mis labores cotidianas. Mi cuerpo está inmóvil. Mi vista está fija en el horizonte, donde no hay más que vegetación a la vista. Pero mi mente está más que puesta en lo que pasó anoche con Riccardo. De tan solo acordarme del golpe que me dio en la cara. La ira crece despavorida por mi cuerpo. Llegando hasta las yemas de mis dedos. Bajo mi vista hacia el arma que siempre traigo. La idea de matar a Riccardo no me resulta tan mala. Sin embargo, sé que si lo hago, ni Evolet ni yo saldríamos vivos de aquí. Suelto el gatillo. Estoy consciente de que las ideas descabelladas no son buenas. Lo que tengo más que claro es que, por más amenazas que me dé ese infeliz, no me alejaré de Evolet. Llevo mis dedos hacia mis labios al conmemorar el dulce sabor de sus labios. La calidez que recorrió mi cuerpo. Y estoy más seguro de que siento algo por ella y no se la dejaré. Solo seré más cuidadoso no quiero ponerla en riesgo.

POV Riccardo Han pasado varios días después de los acontecimientos ocurridos con Carol y de la llegada de Clara aquí a Alemania. Siempre que voy me pregunta de Evolet; estoy seguro de que está sospechando algo, pero ella no es nadie para mandarme o decirme qué hacer o no hacer, así que la verdad no me interesa lo que sospeche o piense. Si se atreve a hacer algo en mi contra, la mataré; en fin, lo único que me importa es mi hija. También por eso no me quedo a vivir con ella. Sé que si lo hago sería un tremendo caos, puros reclamos y problemas. Mejor me quedo en mi fortaleza rodeado de mis lindas niñas. En especial una de melena rubia y ojos azules. Me siento orgulloso de la herencia que antes era de mi padre. Ahora es mía y que, por desgracia, en un momento se la debo de dejar al bastardo de mi hijo porque mi hija no puede hacerse cargo de esto. Ella es muy pequeña. Aunque la verdad, si no hubiera tenido ningún hijo, hubiera sido mejor que el legado Richter terminara en mí y a

POV Evolet Mi estómago no hace más que revolverse. No puedo creer que esté haciendo esto. Estar tan cerca de este hombre. Que me hace enojar de mil maneras posibles. Con tan solo oler su colonia es más que suficiente para que casi deje salir la poca comida que ingerimos hace unos instantes. Recordar las noches que tengo que soportar al lado de Riccardo. Además de tener que cumplir con sus nefastos fetiches. Ahora, en este mismo momento, me encuentro sentada en sus piernas. Sintiendo cómo él me está tocando lo que no me agrada para nada. Aunque no tengo opción, tengo que aprovechar esta oportunidad para lograr meterme en su mundo. En su mente y ser más inteligente que él. —¿Te encuentras bien, mi florecita? —oigo la voz de Riccardo que me trae a la realidad.—Sí, todo bien —respondo de inmediato, fingiendo una sonrisa. Él me responde de la misma manera. Empiezo a sentir como baja su mano metiéndola por mi falda. Lo que me molesta. Me desagrada y me llena de rabia. Y antes de que

—No lo haré —digo en susurro. “¿Por?” escuchó el reclamo de Carol. —Porque si lo hago seré la primera sospechosa, soy la única que entra a su habitación y todos sus hombres son muy leales a él, así que se vería demasiado obvio —digo en susurro. “Yo sigo pensando que lo mates. Este infeliz nos ha hecho sufrir mucho”. —Lo sé. Pero quiero ver a este bastardo arrastrándose a mí, pidiéndome clemencia. —murmuro mientras veo el rostro Riccardo. “Perfecto, yo también quiero ver eso y sé que lo lograrás”. Son las primeras palabras que he tenido de Carol desde nuestro ulitmo desacuerdo. Y por alguna razón me hace sentirme bien. Por lo menos saber que tengo a alguien conmigo. Aparto el cuchillo del cuello de Riccardo, lo dejo en su lugar y salgo de ahí. No quiero estar tentada a matarlo porque si sigo ahí, sí lo haré, pero quiero verlo besar mis pies y rogando que no lo mate. Cierro la puerta al salir, comienzo a caminar por los corredores de este lugar, salgo al patio

POV León El tiempo pasa tan rápido y a la vez tan lento. Han pasado tres meses ya y sigo sin encontrar una salida para poder sacar a Evolet de aquí. La verdad, estoy harto de ver cómo Riccardo siempre está pegado a ella. Y tengo que conformarme con verlos juntos, pero solo muero de rabia. Aunque también he notado que Riccardo le ha dado algunos conocimientos de nuestros negocios y eso es muy raro; no entiendo qué trame él o qué trame Evolet. Estoy en mi habitación haciendo lagartijas. Debo de mantenerme en forma y fuerte. Algo ronda mi cabeza haciéndome pensar en un millón de cosas y todas son las preguntas que Evolet me ha hecho. Dejo de hacer lagartijas y me acuesto sobre mi espalda en mi piso. Miro el techo de mi habitación. —Me gustaría decirte la verdad, pero eso te puede costar la vida. Escucho que alguien toca la puerta y volteo a ver. Miro que entra Lucio. —¿Qué quieres, Lucio? No miraste el letrero de no molestar. —Le recuerdo. —Claro que lo miré. Pero el jefe