CAPÍTULO 83. Cuando la calma se rompe.
		
La gala benéfica se desarrolla con fluidez. El salón está lleno de luz y risas, el aroma de flores frescas se mezcla con el delicado perfume de los asistentes, y los niños de la fundación, niños abandonados que ahora reciben cariño y oportunidades, dibujan sonrisas que iluminan el ambiente. Valentina, con su cámara colgada al cuello, captura cada instante: gestos sinceros, miradas emocionadas, manos que se entrelazan para transmitir esperanza.Entre un par de fotografías, siente la necesidad de un breve respiro. Se dirige hacia la barra, toma un vaso de agua y lo bebe despacio, dejando que la frescura recorra su garganta. Sus dedos juegan con el cristal mientras observa el movimiento del salón, la elegancia de los trajes, la alegría de los niños, y una sonrisa se dibuja en sus labios. Hoy todo parece encajar: la causa, el trabajo que ama, y algo más profundo que la mantiene ligera, casi flotando.Decide ir al baño para arreglarse un instante, acomodar su cabello y su maquillaje. Frent
Leer más