El frío de la madrugada mantiene en vilo a Marlene, que toma una cerveza en el balcón de la casa donde no ha salido desde la mañana. Tiene una excusa en la mente para decirle a Rafael; el mismo la mandó a hacer un par de cosas, y lamentablemente se retrasó. Él no dudará de sus palabras, y la sospecha de que está aquí, en otro lugar, será nula. Pero no es suficiente para Marlene.Observa hacia atrás. Un médico atiende a Azucena en silencio.Se le pidió encarecidamente que la mantuviera viva pagándole una gran suma de dinero. Azucena no se ha despertado desde entonces. Lo único que ha dicho es que sus heridas son serias y que el golpe en su cabeza es severo: aún no despertará.Marlene la observa con una cólera que no puede controlar. Si fuese por ella esa mujer no estuviese viva. Puede romper la botella de la cerveza por la rabia que acumula.El doctor se inclina para mirar a Marlene.—Tendré un diagnóstico cuando ella despierte porque eso no lo puedo determinar ahora.—Bien. Largo —Mar

*Horas antes*Cuando Marlene llegó a la oficina, se encontró con Agustín en su oficina. Preguntó por Rafael, pero Agustín prefirió no comentar nada salvo que el señor Montesinos no asistiría hoy a la oficina. Marlene no pudo verlo, y el malhumor sobrepasó cualquier emoción. No quería seguir las órdenes de Ramiro y su plan de usar a esa bruja la colocó incluso más de malhumor. Tuvo que fingir todo el día en el trabajo a la espera de algún cambio con la niñata ahora interés de Ramiro.Cuando recibió una llamada en el mediodía de Erick, Marlene se paralizó. Inventó a Agustín que debía atender otras cosas y que estaría afuera un par de horas. Agustín no sospechó: Rafael siempre la tenía ocupada en varias cosas.Cuando Marlene llegó de nuevo a la casa, de una vez se apresuró hacia la habitación. En el camino, justo en la entrada, Ramiro la detuvo.—¿Qué crees que haces? —Marlene exigió con rabia.—No arruinarás nuestro plan. Si vas a entrar será para volverte amiga de esa mujer, fingir que

Cuando Azucena se desmayó en los brazos de Ramiro, no recordó nada más. Llevarla directamente al hospital subiría las sospechas tanto para Marlene como para Ramiro, e incluso Erick, que veía todo desde la distancia para que Azucena no lo viera. No estaba en sus planes aparecer en la vida de Azucena, sería sospechoso, por eso prefirió saber en qué momento Azucena olvidó todo. Ramiro le ordenó encarecidamente a Marlene que dejara a Azucena tirada en la cera de la calle. Cuando Azucena despertará, creyéndolo todo, Marlene fingiría haberla llevado al hospital junto a Ramiro pero marcharon antes de que Rafael se enterara que ellos estaban juntos.Es la misma razón por la que Azucena está tan confundida ahora en el hospital. Mira a éste extraño hablándole como si la conociera de siempre, que mientras le agarra de las manos, que siguen siendo suaves, repite las palabras. ¿No era éste hombre del que habló Marlene? ¿Quién se casó con ella para quitarle sus acciones? ¿Rafael?Azucena permanece

Altagracia se lleva la mano al corazón. Intenta decir algo, se detiene, y vuelve a su esposo. Gerardo claramente está sorprendido también.—¿Esposos? —dice Gerardo—. ¿Tú, Rafael?—¿Pero qué sucede aquí…? —comienza Altagracia.—No tengo tiempo ahora para explicar. Tengo que ir a mi oficina. ¿Gustas? —Rafael toma su chaqueta con una gran indiferencia. Aunque ha traído un mar de confusión en los presentes se abstiene de decir otra cosa. Gerardo, por su parte, nota que es lo que trata de decir—. Vendré más tarde —sus ojos verdes buscan a su esposa—, llámame si necesitas algo. Estaré al pendiente mientras estoy afuera.En un abrir y cerrar de ojos Azucena se queda a solas con su hermana. El marido de ésta también acompaña a Rafael despidiéndose de su esposa con un beso. Azucena aparta la mirada, carraspeando. ¿Habría que hacer lo mismo con Rafael? No, claro qué no. El acuerdo del matrimonio es meramente profesional, es lo que él mismo le dio a entender. La razón misma por la que ocurrió to

Sus labios se mueven al compás de los de su esposo. Impredecible, caótico, el beso la deja en la línea del frenesí. Un beso que la acorrala antes de perder las fuerzas. Rafael aumenta el movimiento y sus ganas con euforia, tomándola de la cintura, pegándole a su cuerpo que ya entrando en calor necesita sentirla. Azucena se tambalea hacia atrás, con los ojos abiertos.Creyó que la forma de terminar con esto era empujarlo y separarse de él. Éste beso es un destello para mil emociones y no comprende porqué se queda en dónde está y la excitación la noquea de golpe. Cierra los ojos, deja de tensarse y Rafael le devora la boca una y otra vez, cargándola. Azucena rodea su cintura con las piernas, perdiéndose en el sabor delicioso que su esposo parece expandir como un veneno en su boca.Ninguno de los puede controlar lo que sucede y Azucena ha sido tentada por los labios de su marido aún pensarlo.Rafael es una feria en su boca. ¿Es el alcohol? ¿No sabe lo qué hace? Azucena abre los ojos cuan