Todos los capítulos de Hija del Ave, Hijo del poder: Dos clanes, el mismo destino: Capítulo 11 - Capítulo 14
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¡Qué divertido es estar secuestrada!
Prácticamente, Maximiliano, vivía en la casa de la playa. Llevaba más de 20 días durmiendo allí, incluso trabajando.Ese sábado por la noche era la famosa "cita" con su futura esposa y él se preparó como siempre: traje oscuro, camisa blanca, corbata. Recién afeitado y perfumado. Para colmo, cualquier cosa que se ponía le quedaba a medida.Se estaba ajustando los gemelos de la camisa frente al espejo del recibidor, cuando Verónica pasó «casualmente» toda despeinada, descalza y con un pantalón, que parecía nunca se quitaba.Lo miró un rato antes de hablar.—¿Te vas a tu cita?—Sí.—Bueno, diviértete, tú que puedes salir. Quizá vuelvas de buen humor y al fin me digas para qué me tienes aquí.Con eso siguió su camino.Él lo resintió. Quería fingir que no la había secuestrado, que estaba allí por obra de algún misterio. No quería recordar lo que le estaba haciendo y por eso se esforzaba. Por eso había comprado el ave y mentido que e
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Las fisuras del Jaguar
Jerónimo perdía cada día más paciencia y más diplomacia. Ya no consultaba al Consejo, directamente les gritaba apuntándolos con un dedo. Les reclamaba por la vida de su hija, lanzó amenazas y se negó a continuar con la campaña electoral. No había renunciado aún, pero tampoco hacía apariciones públicas.Y para colmo, su esposa se consumía con cada hora que Verónica no estaba con ellos. La casa del Líder volvió a tener un silencio sepulcral.—La encontrarán, querida. Lo harán —trataba de consolar a su esposa.—¡No lo harán! No les importa nuestra hija, no les importa porque no es «pura».—La policía la está buscando. Darán con ella y haré que quienes se la llevaron lo paguen.—¡Tú t
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La esposa del jefe
—Solo me dejó en mi apartamento y se fue.—En verdad no puedo creerlo, Mercedes. Me disculpo por el imbécil que tengo de hijo.—Está bien. No es problema. Dijo que había surgido un problema y tenía que irse. Supongo que algo que ver con las elecciones.—¡Por supuesto!¿Qué más podía ser? ¿Qué otra cosa podía justificar que haya dejado medio plantada a una mujer como Mercedes?La madre de Maximiliano sabía cómo disimular, sabía cómo disculparse y cambiar de tema como si nada. Pero internamente sospechaba que su hijo no solo tenía a alguien en la casa de playa, sino que ese alguien estaba consumiendo todo su tiempo. Y eso podía significar solo una cosa.

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Cazador encadenado
Hipólito: Hace dos días que casi no habla. Nos torturaba a todos con insultos y ahora nada. Aunque su muñeca ya mejoró, apenas come.Maximiliano: ¿Y qué quieres que haga?Hipólito: No lo sé, señor. Me dio instrucciones de que le avisara cualquier eventualidad. Si me permite, creo que se comienza a quebrar.Maximiliano: No puedo hacer nada, Hipólito.Hipólito: Como usted diga.¿Y ahora qué le pasaba?Maximiliano estaba en una reunión en casa de sus padres con Mercedes y Victoria. Su madre aprovechó la oportunidad, en realidad, aprovechaba todas la
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