CRYSTAL Desperté lentamente con los cálidos rayos de sol entrando por la ventana. Sabía que esta no era mi habitación, que no estaba aquí por gusto. Con algo de miedo, quité la sábana de mi cuerpo, una que no recuerdo haber puesto. Para mi sorpresa, todo estaba en su lugar, cada una de las prendas. Me giré hacia el espacio vacío, tan frío como lo estaba anoche, sin rastro de que él hubiese estado a mi lado. No entendía, ¿acaso hace esto para torturarme como un tipo de juego cruel? Sea cual sea la respuesta, estaba agradecida de que no hubiese venido; no me sentía lista para entregarme a otro hombre, y menos cuando ese te tiene como una prisionera. Me levanté, dejando la cama tal cual como la conseguí; no quería problemas o provocarlo de alguna forma. Una vez que todo quedó en su lugar, salí de allí y entré a mi habitación. Me quité toda esa ropa apenas entré al baño y dejé que el agua lavara mi piel, donde su olor se aferró con fuerza. Podía sentir su aroma en cada poro, en ca

CRYSTAL No entiendo qué es lo que quiere, pero no me opongo cuando me toca. Mirándolo bien, mientras aún desliza sus dedos por mi piel, parece tener una obsesión por mis marcas que no comprendo. Aunque yo no comprendo nada de mí misma, ni siquiera sé cómo están ahí. Sin embargo, él lo sabe; sabe sobre mi vida antes de llegar a él, sabe de mi poder y de quién soy, pero se niega a decirme nada. Me siento totalmente atrapada, en callejones sin salidas y sin respuestas. —¿Puedes decirme quién soy?— me aventuré a preguntar, esperando a que esta vez hubiera una respuesta. —Eres una Astra, Crystal, provienes de una línea de sangre que se cree extinta hace muchos siglos. Solo eso diré por ahora. Se levantó, tirándome la sábana encima. —Esta noche sí vendré, así que espero que estés lista porque no voy a retrasarlo. Tenía la mente en blanco, aún procesando lo que me había dicho antes de lo último. Me senté cubriendo mi cuerpo, repasando cada una de sus palabras. Fruncí el ceño, tratand

CRYSTAL Corrí hacia el otro tratando de escapar, aunque parece que él ya se cansó de esto. Me atrapó en un segundo, levantándome e intentando mantenerme quieta antes de acostarme sobre una superficie plana y fría. Se paró frente a mí, sus manos buscando las mías, que no dejaban de golpearlo y forcejear para evitar que me tocara. —Suéltame… no te atrevas a tocarme o te juro que lo vas a lamentar… —Mira nada más, saliste luchadora. Sujeta mis manos sobre la cabeza con una mano, metiéndose entre mis piernas a pesar de mis protestas. —Eres bastante rebelde, Crystal, eso me gusta, una fierecilla a la cual poder domar. —¡En tus putos sueños, no puedes obligarme a estar contigo! Su risa baja volvió a estremecerme porque no me gustaba cómo sonaba. Se apartó, rozando con sus dedos la piel que de inmediato brilló en medio de la oscuridad. Su rostro se iluminó y todo su torso desnudo también. Pude notar algunas cicatrices; eso no era nada normal para un lobo. Él, concentrado en mis sím