39. En tierras del enemigo
CRYSTAL
Dolor era la mejor palabra que podría describir ahora lo que siento hasta en las puntas de mi cabello. Un dolor que me hacía querer volver a dormirme y no querer despertar.
No sabía exactamente dónde estaba, pero definitivamente ya no estaba en la manada de Ezra.
Repaso la cabaña en la que estoy; es pequeña y acogedora. Una chimenea está encendida al fondo, calentando mi adolorido cuerpo.
Me quedo mirando el fuego fijamente, encontrando un poco de paz ante mis recuerdos confusos.
No recuerdo bien lo que pasó después del destello; escuché gritos y luego había sangre por todas partes.
Una mujer se acercó, sacándome de allí, y luego nada. Después recuerdo un bosque; caminábamos por él y, una vez más, vacío.
Las cadenas de Ezra han desaparecido de mis brazos; no estoy segura de cómo, pero de alguna manera ya no están.
Dirijo mi atención hacia la entrada al oír pasos. Una mujer entra trayendo consigo algo de comida y agua. Siento que la he visto en algún lado, aunque no sé