En Londres, Inglaterra. Jackson entraba tambaleándose al cementerio en donde días atrás habían enterrado a su padre. Estaba ebrio, y una botella en su mano lo seguía acompañando.Caminando entre las tumbas recién colocadas en aquel frio camposanto, finalmente encontraba aquella que rezaba el nombre de su amado y odiado padre, el ilustre Sir Williams de Sussex; aquel nombre estaba finamente tallado en la loza fría que se hallaba humedecida por la ligera lluvia que había caído momentos antes.Su odio por Katherine y Henry era implacable, y decidido a todo, bebió de aquella botella sobre la tumba de su padre.No los iba a dejar ser felices tan tranquilamente; ese par de malditos ya debían de estar festejando y viviendo su amor apasionado mientras él se sumergía cada vez un poco más en la misera, pero no les permitiría el ser felices. Eso jamás.Sacando aquella carta que su padre había dejado para el antes de terminar tan cobardemente con su propia vida, la leyó nuevamente con lágrimas en

— Las ventas han bajado considerablemente y hemos perdido la oportunidad de seguir vendiendo en exclusiva el trabajo de la diseñadora de Divane quien ha hecho ya contratos con el Emir Árabe, ¿Qué piensa hacer señora Bennett para solventar estás perdidas? Su esposo era un hombre intelectual y responsable, esperamos lo mismo de usted ahora que sus hijos se han lavado las manos con todo este asunto. —Antonella Bennett chocaba los dedos contra el escritorio en la sala de juntas de Bennett Corp., mientras escuchaba a la junta directiva de su empresa quejándose de los recientes problemas que estaban atravesando. Todos aquellos habían sido en algún momento amigos de su esposo y del abuelo y el padre de este, pero ese viejo mediocre ya no estaba ni estaría más y ahora era ella la manda más en la ausencia de Henry y Jhon, no permitiría que la cuestionaran.— Silencio, ya cállense todos. — Todos en el lugar, sin excepción, se habían quedado en silencio. — No es la primera vez que atravesamos u

Aquel momento se antojaba con cierto aire de coqueteo entre Jhon y Lorena.—Entonces vayamos, Jhon, aunque, no esté de más aclarar que no obtendrás nada de mi salvo comida y eso porque estás bastante estresado, la señora Visconti me ha dicho que sus hombres la llevaran de regreso a Katherine y a ella a la finca de su familia. — respondió Lorena.El apuesto Jhon se río.— Descuida, puedo saber que no eres una chica fácil, es más, desde hace un tiempo que lo sé, así que, vayamos, puedes estar tranquila, no voy a sobrepasarme contigo, jamás te faltaría al respeto, aunque seas una mujer tan hermosa. — respondió Jhon.Lorena se sonrojo, y sonriendo ambos, rápidamente subieron a un automóvil, sin saber que habían sido observados con detenimiento por alguien desconocido, quien sin perder el tiempo marcaba un numero en su teléfono.El aroma a comida recién casera, comenzaba a inundar cada rincón de aquel departamento de soltero del que Henry no sabía nada. Las caderas de aquella hermosa mujer

En un sencillo complejo de apartamentos, Lorena se acomodaba el cabello antes de salir; había decidido rentar algo pequeño en la ciudad de Palermo y acudir a la lujos propiedad de los Visconti para cuidar de los gemelos Gabriel y Emma, pues después de su acercamiento con Jhon, se sentía completamente avergonzada de dormir bajo el mismo techo que él. Su mente, sin embargo, viajaba rápidamente hasta Jhon Bennett.“Las chicas como tú, no son para hombres como yo…yo no merezco que nadie me ame, porque soy un estúpido, un mediocre, alguien que se enamoró de la mujer de su hermano…yo no merezco ni siquiera tu amabilidad”Los ojos de Lorena se tornaron tristes al recordar aquellas palabras del apuesto Bennett. Jhon no era una mala persona, y aunque tan solo estaba sufriendo las consecuencias de sus propios actos, no lo culpaba realmente por ello. Henry y Jhon Bennett tan solo habían competido siempre para ganarse el amor de su padre y su madre, quienes usaron la herencia familiar para causar

Un avión aterrizaba en Italia; Henry había regresado de manera urgente cuando supo que Jackson Williams había salido de Londres, y decidiendo mantenerse cerca de Katherine y sus hijos, apenas había puesto un pie fuera del avión se dirigió hacia la lujosa propiedad de los Visconti. No tenia la certeza de saber si Jackson sabía en donde era que se encontraba su exesposa, pero sí que creía que tanto ella como sus hijos, podrían estar en peligro, Henry recordó lo que Emily Gibson había hecho con la pobre de Katherine tan solo por los resentimientos que tenían en contra de su matrimonio con ella; en aquel momento en que le mintieron diciendo que Katherine, su amada esposa, le había sido infiel, vio el destino que jamás deseo en sí mismo y no pudo soportarlo; la sola idea de no ser el único en la vida de Katherine lo cegó, y gracias a ese acto egoísta él había arruinado la vida de su exesposa.¿Estar en peligro? Por supuesto que sabía que su exesposa lo estaba, y no era precisamente Jackson