En un sencillo complejo de apartamentos, Lorena se acomodaba el cabello antes de salir; había decidido rentar algo pequeño en la ciudad de Palermo y acudir a la lujos propiedad de los Visconti para cuidar de los gemelos Gabriel y Emma, pues después de su acercamiento con Jhon, se sentía completamente avergonzada de dormir bajo el mismo techo que él. Su mente, sin embargo, viajaba rápidamente hasta Jhon Bennett.

“Las chicas como tú, no son para hombres como yo…yo no merezco que nadie me ame, porque soy un estúpido, un mediocre, alguien que se enamoró de la mujer de su hermano…yo no merezco ni siquiera tu amabilidad”

Los ojos de Lorena se tornaron tristes al recordar aquellas palabras del apuesto Bennett. Jhon no era una mala persona, y aunque tan solo estaba sufriendo las consecuencias de sus propios actos, no lo culpaba realmente por ello. Henry y Jhon Bennett tan solo habían competido siempre para ganarse el amor de su padre y su madre, quienes usaron la herencia familiar para causar