Apagando el televisor, Katherine se sintió realmente impactada. Ella había sabido siempre que nunca fue del agrado de aquel viejo hombre por sus arraigadas costumbres y su pedantería ante el hecho de ser un miembro de la familia real, por ello había decidido guardar distancia y lo había hecho, sin embargo, no esperaba que el mismo hombre que fue tan miserable y cruel con ella, hubiese decidido quitarse la vida, aunque por todo lo que Jackson había hecho y las cosas que aún faltaban por salir a luz, quizás el hombre tomó aquella tan drástica decisión.Mirando a sus hijos jugar apaciblemente con sus juguetes en la habitación, Katherine se sintió culpable una vez más. Sus decisiones habían encausado su vida hasta aquel punto desastroso. Jackson había perdido a su padre de una manera trágica y cruel y seguramente estaría de cierta manera devastado…aun así, y sin olvidarse de ni una sola de todas las cosas que ella había sufrido por culpa de ese hombre, endureció su semblante. Ella no era

La noche había caído sobre la mansión Visconti, y Katherine observaba en silencio a sus pequeños hijos gemelos dormir. Acariciando el rostro de sus hijos, y llegando a su mente los recuerdos de lo ocurrido las últimas semanas, Katherine se los sacudió de inmediato. Gabriel y Emma eran todo su mundo, y la razón principal por la que ella había sobrevivido. Mirándolos respirar tan apaciblemente a su lado, y sabiendo que una nueva vida creada por ella y Henry crecía en su interior, supo que no podía darles a sus hijos a una madre rota y desahuciada por sus emociones desbordándola…tenía que sanar, tenía que hacer lo que estuviera en sus manos y más allá para ser lo que sus hijos necesitaban que fuera, y también para ser quien ella necesitaba y deseaba ser.Cada horrible experiencia en su vida le había mostrado una valiosa lección, cada lágrima derramada le había enseñado a través del dolor una experiencia que no volvería a repetir…pero sabía que, con solo entenderlo, no bastaría para super

Aquella mañana en la lujosa finca de los Visconti, los gemelos Gabriel y Emma terminaban su sesión con la psicóloga que Henry había contratado para ellos, y Lorena Flores observaba en silencio como Jhon Bennett hablaba con Katherine; la pobre mujer había sufrido una crisis la noche anterior, y ella misma había decidido iniciar una terapia para comenzar a dejar atrás todo lo que le había ocurrido.Mirando a Jhon con detenimiento, Lorena notaba cada gesto hecho inconscientemente por él; se notaba a leguas que el sentía algo por la mujer de su hermano mayor, pero que se esforzaba por mantenerlo en secreto. Aquella situación debía de ser bastante terrible de sobrellevar para el hombre, y Lorena recordó la ocasión en que lo encontró ebrio y enfermo, y casi pudo jurar que había sido por esa hermosa rubia a la que Jhon le dedicaba aquellas miradas cargadas de adoración.Lorena sintió una pequeña punzada de incomodidad dentro de su pecho, y mirando a Katherine Holmes, reconoció para sí misma

—H-Henry…— Katherine gimió su nombre al apretar sus ojos y contraer sus facciones por el placer que amenazaba con desbordarla, si él continuaba.—Shh…— Henry la silenció y lamió su oreja, Katherine tembló. — Solo disfrútalo…disfrútame, sabes que no te hare daño. — mencionó provocando una oleada de placer cuando al tiempo, apretó uno de sus endurecidos botones de rosa.La mirada verdosa y brillante en pasión de Katherine, se encontró con la azulina en iguales condiciones de Henry, y él sonrió ligeramente antes de volver por sus labios.Esta vez el beso fue profundo, suave…fue lento, los ojos de Katherine se cerraron y sus manos se enredaron en el cuello del hermoso Henry cuando éste la cargó… ella enredó sus piernas en su cadera y mientras él avanzaba hacia la gran cama central de ese cuarto; la pasión de Katherine creció y su pudor, su inseguridad y su miedo virginal morían con rapidez.—Henry…— Katherine habló cuando se vio de espaldas sobre el mullido colchón. — T-tú sabes que…yo au