Capítulo 163: El odio que no muere.
La majestuosidad que el antiguo castillo Windsor ofrecía, era tan grandiosa como cualquier persona desde afuera pudiese imaginar; aquella enorme fortaleza había sido el hogar y refugio de grandes reyes tanto en el pasado como en la actualidad, y allí mismo había sido llevado junto a varios de sus hombres para hablar con la mismísima reina de Inglaterra, Victoria III, que le había solicitado el acudir ante su presencia debido a Jackson Williams, su nieto.
—Por favor, tome asiento. — dijo uno de los imponentes guardas reales que había hecho a Henry a entrar en un elegante salón destinado a reuniones diplomáticas.
Sentándose tal cual se lo habían indicado, Henry observó con detalle todas las pinturas que había en aquel salón privado, sin embargo, notó que en una de las paredes la pintura se notaba descolorida; como si hubieran retirado algún cuadro de allí.
Repentinamente, la puerta que conducía al parecer al área más privada del castillo, se abrió revelando ante Henry la figura de una a