Ellis estaba acostumbrada al silencio. A las horas vacías que se deslizaban lentamente mientras las paredes de su celda la rodeaban. Los días se mezclaban entre ellos, sin cambios, sin novedades. El único sonido que podía escuchar era el de los guardias haciendo su ronda, sus botas resonando en los pasillos fríos. Aunque había aprendido a no esperar nada, siempre había algo que la mantenía alerta.Había algo en el aire esa mañana, algo diferente. No sabía qué, pero lo sentía. Sus ojos se movieron hacia la puerta de su celda, esperando lo inevitable: un nuevo día de control y monotonía.Pero no fue así.Un ruido la sacó de su letargo. Un paso diferente, más rápido. La puerta se abrió con un sonido pesado. Ettore, uno de los guardias que la había atendido los últimos días, estaba allí, pálido, visiblemente nervioso. No era el mismo hombre que entraba todos los días con indiferencia. Hoy había algo en su mirada.—¿Qué pasa? —preguntó Ellis, su voz grave pero controlada.Ettore vaciló, mi
Leer más