Capítulo 26: La mirada de Noah.El imponente Porsche de Noah se detuvo frente a la mansión, un lugar que, a pesar de su majestuosidad, Amelia seguía sintiendo ajeno y un tanto opresivo.La situación era, en el mejor de los casos, incómoda: vivir y trabajar bajo el mismo techo que el hombre a quien le había alquilado su vientre, la misma persona que era el padre biológico del bebé que llevaba dentro.Cada interacción era una situación contradictoria de la extraña e íntima conexión que los unía.Al bajar del auto, sus pies, traicioneros, se enredaron. Amelia sintió cómo el suelo se acercaba peligrosamente, pero antes de que pudiera caer, una mano firme la sostuvo por el brazo. La velocidad con la que Noah reaccionó la sorprendió.—Cuidado —murmuró él, y sus ojos, de un azul intenso, se fijaron en los de ella.En ese instante, el tiempo pareció detenerse. La mirada de Noah no era la habitual de indiferencia, sino una que se detuvo en cada rasgo de Amelia, revelando en su expresión un rec
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