Todos los capítulos de Venganza de la Luna traicionada:¡Despertada por mi cachorro!: Capítulo 81 - Capítulo 82
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81. ¿Hijo de Damián?
Una sombra se despegó de la pared del pasillo, fundida con la penumbra como una criatura paciente y calculadora que acechaba desde las grietas de piedra y silencio. Desde allí había presenciado la furia desbordada de Damián, el ataque torpe y desesperado de Evelyn, y luego… el milagro. Aquella luz que no debía existir. Aquella sanación imposible, grabada en su memoria como una afrenta a las leyes naturales.Una mueca de disgusto torció sus labios, apenas perceptible en la oscuridad.— Estúpida… maldita estúpida — siseó, su voz apenas un murmullo áspero, casi devorado por el aire helado que recorría los pasillos.Sus ojos, brillantes como ascuas encendidas, habían seguido con atención la huida atolondrada de Evelyn. Negó con la cabeza en un gesto lento, contenido, casi felino, como un depredador que lamenta la torpeza de su manada.— Tanta paciencia… tanto trabajo… — murmuró con el veneno denso en cada palabra, saboreando su amargura — Todo arruinado por un estallido de celos infantile
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82. Hueles demasiado bien.
La atmósfera había cambiado por completo, saturada de una energía densa, casi tangible. Era como si la luna misma, en el cénit de su esplendor, hubiera emergido desde el interior de Isolde, envolviéndola en una luminiscencia que Damián encontraba imposible de resistir. Una calidez sofocante la recorrió de pies a cabeza, un fuego que ardía sin tregua, anunciando sin lugar a dudas el inicio de su celo.Lo que ambos ignoraban era que aquella luz etérea que brotaba de ella actuaba como un escudo silencioso, una barrera mágica e impenetrable, forjada por la misma luna que ahora los contemplaba. Una protección invisible se tejía a su alrededor, aislándolos del mundo, envolviéndolos en una burbuja de deseo y destino.Un amor salvaje, crudo y primitivo empujó al alfa hacia ella con una urgencia que lo desbordaba. Damián la acorraló contra la pared de piedra, sus manos recorriendo sus costados como si quisiera memorizar cada curva, cada línea de su cuerpo. No le dejó espacio para huir. Su alie
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