Naomi. Me encontraba con Malena en la habitación de mi hijo, ella no dejaba de llorar al saber que Axel tendría que pelear contra los malos. —¿Y-y si le pasa algo? ¿Qué haré sin él? —balbuceó, entre mis brazos. Estábamos sentadas en la orilla de la cama, y yo procuraba calmar su llanto. Rowan jugaba con sus juguetes en medio de la habitación, sentado en la alfombra y sin prestarnos atención. —Él volverá, Malena. ¿Crees que se iría al saber que tiene una hermosa novia? —La animé, con una sonrisa. —Tú siempre sabes qué decir para animarme, Naomi… —murmuró, apretó nuestro abrazo—. Sabes, a veces yo también quisiera saber qué es lo que tu madre piensa de mí ahora que he cambiado. Hundí las cejas. —No te lo he dicho, pero mamá fue la que le pidió a la diosa que te diera un vínculo para que estuvieras cerca de mí —confesé, ya era hora de que lo supiera. Malena abrió los ojos, y a pesar de que estaban llenos de lágrimas, se le amplió una sonrisa que mostró sus dientes. —¿Lo dices
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