Samuel observó a Isaac con curiosidad y, tras unos segundos de silencio, sonrió con entusiasmo.—Eres muy guapo —soltó sin filtro, mirando a Isaac de arriba abajo—. Me caes bien, tienes buena vibra.Eliana no pudo contener la risa. Samuel siempre tenía una forma espontánea y natural de decir las cosas, lo que hacía que cualquier situación tensa se aligerara, al menos por un instante.Isaac, divertido, se inclinó un poco hacia el niño y le guiñó un ojo.—Y tú eres un niño encantador. No me sorprende que Eliana te quiera tanto.La sonrisa de Samuel se amplió, pero la expresión de José Manuel se endureció aún más. Sus manos se cerraron en puños y su mandíbula se tensó.—Samuel, vámonos —ordenó con un tono firme y seco.El niño frunció el ceño y giró la cabeza hacia su padre.—Pero ¿por qué? Apenas nos encontramos con Eliana y su amigo.—No es su amigo —espetó José Manuel con una dureza que hizo que Eliana alzara una ceja.Samuel ignoró la mala actitud de su padre y, en cambio, sonrió amp
Leer más