43. El peso de la manada.
La manada estaba esperando, cada uno de ellos con sus propios intereses, sus propias expectativas. Lo sabía, lo sentía en los murmullos que resonaban en mi cabeza, en la presión creciente que me oprimía el pecho. Pero, por más que intentaba ignorarlo, el llamado de la manada era imparable. La jerarquía, el poder, la necesidad de mantener el control, todo me empujaba hacia el centro de esa tormenta. Y todo lo que había en mi vida antes de eso parecía desmoronarse lentamente, como castillos de arena que no podían resistir el viento. Rita seguía a mi lado, siempre tan constante, tan callada pero fuerte, como una roca que se mantenía firme en medio de las olas. Era casi irónico. Ella, una simple mucama, se veía atrapada en algo mucho más grande que ella misma, y yo, el alfa, el hombre lobo, sentía que mi vida nunca había sido más incierta. La conversación con Rain seguía dando vueltas en mi mente. Las amenazas no dichas, la presión invisible que se filtraba entre las palabras. Mi hermano
Leer más