Manuel, cuando vio a Karen, no pudo disimular su alegría; parecía que sus sueños se estaban haciendo realidad. Delante de él estaba la hija de su mejor amigo. Llevaban mucho tiempo planeando emparejarlos, y hasta la llevó a trabajar en la empresa de Gabriel solo para acercarlos, y todo les salía mal, y el mismo destino los puso en el mismo camino.Para Gabriel no pasó desapercibida aquella alegría y de manera déspota preguntó.— ¿Ustedes se conocen? — Las palabras eran frías y calculadas, dejando ver que el hombre estaba molesto.Manuel no prestó atención al enfado de su hijo, sino que siguió regodeándose en su felicidad.—¿Te acuerdas de mi amigo Ricardo? Cuando fuimos a visitarlo a su casa, yo quería ese día presentarte a su hija— dijo el viejo con alegría—. Ella es Karen, la hija de Ricardo Bonilla, mi mejor amigo.Gabriel, en ese momento, le daba la espalda a la joven y al oír aquella declaración se giró y la miró a los ojos con furia. Por lo que veía, sus padres habían hecho u
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