El sol brillaba intensamente sobre el tranquilo pueblo costero, y las risas de los niños jugando en la plaza central llenaban el aire. Matteo, ahora un pequeño de apenas un año, balbuceaba emocionado mientras jugaba con una pelota que Luca le había comprado. Bianca observaba desde un banco cercano, sonriendo con ternura ante las payasadas de Luca, quien se inclinaba para ayudar al pequeño a recuperar la pelota cada vez que rodaba fuera de su alcance.Parecía un día perfecto. Sin embargo, la paz de ese momento se rompió en un instante. Matteo, emocionado, corrió tras la pelota que había rodado hacia la calle. Antes de que Luca pudiera reaccionar, una bicicleta apareció de la nada, con el ciclista gritando para alertar al niño. Luca alcanzó a Matteo en el último segundo, levantándolo en sus brazos mientras el ciclista frenaba bruscamente y caía al suelo.El corazón de Luca latía con fuerza mientras sostenía a Matteo, quien comenzó a llorar asustado. Bianca corrió hacia ellos, su rostro p
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