Cuando Alisson abrió los ojos, ya Christopher no estaba en su cama, pero estaba su olor impregnado en las sábanas. Tomó la almohada y la llevó a su nariz. Una electricidad le recorrió el cuerpo. Lo amaba, lo amaba demasiado y no valía la pena seguir mintiendo. Verlo así, tan destruido, tan derrotado la hizo entender que, ni con todo el mal que le hiciera ella lo iba a dejar de amar. Se puso de pie y se amarró el cabello. Era de noche, casi entrando a la madrugada. Su cabeza daba vueltas y miles de preguntas pasaban por su cabeza. ¿Qué pasaría ahora? No lo sabía, lo único que sabía era que si volvía a entrar a su corazón tenía la posibilidad de que se lo volviera a herir. Con las dudas martillando su cabeza, bajó las escaleras hasta el bar de la casa y tomó una botella de vino y una copa. Lo más sensato era que tomara en la copa, pero dejó el objeto cristalino a un lado y llevó la copa a sus labios. Él líquido pegajoso, dulce, embriagador se instaló en su paladar y bajó por su garganta

Pov Michael Mis ojos se quedan fijos en ese punto sensible de la mujer que amo. Justo como lo recuerdo, pálido, sin vello y totalmente rosado. Me relamo los labios antes de abrirle las piernas y bajar mi cabeza ahí. Elizabeth echa su cabeza hacia atrás cuando mi lengua toca su pequeño botón. La oigo gemir, mientras con mi aparato degustor me traigo todos sus jugos femeninos. Es dulce, embriagadora y hasta adictiva Su sabor me recuerda al vino tinto y me pego más a sus pliegues pasando mi lengua por su raja. —Mich —exclama y mi erección crece aún más. Trazo círculos con mi lengua mientras cierro mi mano en su seno. Están duros, conservados, como si aún tuviera dieciséis años. Su frente está perlada de sudor y sus piernas tiemblan. Llevo uno de mis dedos a mi boca y después de ensalivarlo lo llevo de nuevo a su vagina. Humedezco su canal y presiono su botón logrando que se hinche más. Eli aprieta con fuerza mis cabellos en cuanto comienza a moverse buscando más fricción. —M

Alisson no sabía si estaba viendo una versión más joven de Christopher, pero él hombre enfrente de ella se parecía mucho a su ex esposo. Ojos grises como el humo, cabello azabache y nariz respingadita pero mandíbula cuadrada. Cuando él hombre se puso de pie, Alisson casi se fue para atrás; era de la misma altura de Langley y su aura pesaba igual o un poco más. Tenía tatuajes en su cuello y unos anillos de oro blanco en sus nudillos. Parecía un chico malo atado a un traje italiano con corbata. Él hombre corrió la silla y Alisson se sentó acomodando su bolso de mano entre sus piernas. Él corazón le latió muy rápido cuando él se sentó enfrente de ella. Olía a madera, a crema de afeitar y también a… ¿Cigarrillo costoso? ¿Qué edad tenía? ¿Veinticuatro? ¿Veinticinco años? «Eso no te importa solo vienes a hacer negocios con él» Pensó, esbozando una sonrisa forzada que realmente no llegaba a sus ojos. ¡Estaba nerviosa! Después de Christopher ningún otro hombre la había puesto así. Pero ah

Jackson sonrió con arrogancia y con un poco de diversión. La verdad, no le caí mal Christopher. Más bien le parecía un hombre gracioso al que iba a disfrutar mucho, molestar. —Te presento a mis hijos Davis, los que tengo con Alisson —dijo afincandose en lo último. —Y los que serán también míos si te la quito —exclamó Davis entre dientes. —¿Qué dijiste? —le preguntó Christopher con sorpresa y rabia. —Que están hermosos —respondió Jackson agachándose a ver a los niños. Las niñas eran hermosas, se parecían a su madre, pero él niño, el niño era el mini clon de Langley y, por un segundo pensó que también se parecía a él. —Mucho gusto, soy Jackson Davis… —Es el Monstruo que se quiere llevar a mi mami —dijo Mia arrugando las cejas. —¿Monstruo? ¿Quién dijo eso? No soy ningún monstruo, soy un súper héroe —exclamó Jackson con diversión sabiendo las intenciones de Langley. —¿Un súper héroe? ¿Qué superhéroe? —preguntó Nathan curioso y Jackson volteo a mirarlo. —Superman —exclamó Jackson

Pov Christopher Alisson se da la vuelta y entra al camerino después de que él imbécil de Jackson se vaya. Me meto las manos en los bolsillos para tratar de que no se note la erección maltratante que tengo en mi entrepierna y la sigo. En el estudio sólo estábamos Davis, yo y su asistente, así que él espacio quedó completamente vacío y eso es lo que precisamente necesito en estos momentos. Estar completamente solo con ella. Cuando entro al camerino, la encuentro de espalda. Aún tiene el último bikini puesto logrando que la polla me vuelva a titilar y no se porque cojones me duele tanto. —¿Qué quieres? —me pregunta mientras se pasa una toallita húmeda por la cara para quitarse el maquillaje. No le respondo nada, me acerco a ella y la tomo por sus hombros descubiertos. Él toque de mis manos la hacen temblar y la veo ponerse de pie intentando parar lo que viene. —Tengo que cambiarme, así que sal del camerino por favor —me dice, con las cejas fruncidas y cruzada de brazos. La tela de