Mientras tanto, por los alrededores de la gran hacienda Martín, rondaba John desde hacía varios días. Su aspecto era lamentable: vestido con harapos y con un rostro casi cadavérico, estaba irreconocible. Nada quedaba de aquel hombre rozagante y apuesto de meses atrás.Rafaela fue informada de la situación y decidió comprobarlo por sí misma. Al verlo, su corazón se llenó de tristeza. John siempre había sido un bueno para nada, un mantenido y mujeriego que nunca se preocupó por nada. Ahora, el resultado de su vida desordenada lo había llevado a la miseria. Sabía que, como en otras ocasiones, su hermano buscaba regresar, y, como siempre, ella lo ayudaría.Lo hizo entrar en la casa y pidió que lo trataran como antes, pero el que es, no deja de ser. Pronto, John demostró su verdadera naturaleza. No le importaban su familia ni sus opiniones; su objetivo estaba claro, e Isabel formaba parte de él.Aprovechando la complicidad de la oscuridad, John entró en la habitación de Isabel tomándola po
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