Sabía que la mayoría de las personas en el mundo eran unas traidoras, pero no esperaba eso nunca de Victoria. La tenía en un concepto muy elevado y ahora se daba cuenta de que era igual o peor que todos. Se estaba metiendo con un hombre casado, que podría ser su padre; y él, Antonio, casado con su tía, le estaba siendo infiel con esta jovencita. No soportaba tanta traición; decidió salir y buscar un poco de aire. A ninguno le perdonaría lo que estaban haciendo; una copa de licor en este momento sería lo mejor. En ese momento su prima Isabel lo llamó para que se uniera a la celebración y él aceptó encantado.
—Hija, me di cuenta de que sacaste todo el dinero de la cuenta.
—Sí, yo... lo necesito; quiero expandir más el salón de eventos y reuniones y pues es mi dinero.
—Me alegra, hija, que pienses así. Me gusta cómo has logrado superar miles de obstáculos y pues me siento orgulloso de ti. Ahora voy a volver a la fiesta; ¿quieres acompañarme?
—No, tengo muchas cosas que hacer y