Sabía que la mayoría de las personas en el mundo eran unas traidoras, pero no esperaba eso nunca de Victoria. La tenía en un concepto muy elevado y ahora se daba cuenta de que era igual o peor que todos. Se estaba metiendo con un hombre casado, que podría ser su padre; y él, Antonio, casado con su tía, le estaba siendo infiel con esta jovencita. No soportaba tanta traición; decidió salir y buscar un poco de aire. A ninguno le perdonaría lo que estaban haciendo; una copa de licor en este momento sería lo mejor. En ese momento su prima Isabel lo llamó para que se uniera a la celebración y él aceptó encantado. —Hija, me di cuenta de que sacaste todo el dinero de la cuenta. —Sí, yo... lo necesito; quiero expandir más el salón de eventos y reuniones y pues es mi dinero. —Me alegra, hija, que pienses así. Me gusta cómo has logrado superar miles de obstáculos y pues me siento orgulloso de ti. Ahora voy a volver a la fiesta; ¿quieres acompañarme? —No, tengo muchas cosas que hacer y
Muy temprano salió en busca de ella. Llamó a la empresa y le dijeron que no había ido a trabajar. Entonces llamó al salón de eventos y le dijeron que llegaría en un momento. Pero ya no tendría que buscarla; estaba frente a él, caminando por la acera de la calle, tomando de su botella de agua. Comenzó a pitar para que ella lo viera, pero esta ni siquiera se inmutó; los que sí se enojaron con él fueron los conductores de los autos que estaban adelante, pues pensaron que lo hacía para molestarlos.Andrés detuvo su auto y corrió hacia ella; necesitaba hablar y este era el momento.__ Victoria, ¿acaso estás sorda?__ ¡Doctor! ¿Qué sucede?__ ¡Te he pitado durante casi una cuadra y no te detienes!__ No me detengo ante los pitos de los autos.__ Ya veo.__ ¿Qué quieres?__ ¿Es cierto que te casaste con mi hermano? Ella guardó silencio. - ¡Contesta, por favor!___ Sí, sí me casé con Daniel.- ¡No debiste hacer tal cosa!__ ¡Es mi problema!__ ¡Daniel es un mal ser humano! ¡Él no es lo que
Brenda se sentía en el lugar equivocado; Andrés ya no la miraba y parecía que la odiaba. Hace tiempo había cambiado con ella, pero ahora estaba tan distante, parecía tener la cabeza en algo o en alguien más.Andrés tenía otro asunto que le daba vueltas en la cabeza: su esposa Bella, al morir estaba embarazada. Tenía sospechas de si el bebé fuera de él y decidió saber de una vez por todas la verdad; ya no quería seguir martirizándose ni un día más. Le pidió a su abogado que se encargara del asunto pero que fuera rápido y pronto ya tuvo en sus manos aquel documento que le diría la verdad. Solo y sentado en su oficina, abrió el sobre; solo compartía el 25% de ADN con el bebé, o sea, era el tío. Sus sospechas eran ciertas: su esposa Bella, le había sido infiel con su hermano. Y ahora él se había casado con Victoria; como odiaba a su hermano Daniel, tenía que hacer lo imposible para separarlo de ella. De seguro le haría daño y no estaba dispuesto a que eso pasara. Daniel todo lo que tocaba
Victoria quedó impactada por las palabras de Andrés. ¿Cómo era posible que Brenda también se acostara con Daniel? Era una bandida; no le bastaba con un hombre y necesitaba buscar dos o más. Sin querer, se sorprendió agradeciendo que Brenda estuviera involucrada con él: era la excusa perfecta para alejarse definitivamente. Pero antes debía encontrar la manera de pagar todo el dinero que le debía, para no tener más vínculos con ese hombre.Mientras tanto, Andrés salió del edificio y caminó hasta su auto, estacionado a la entrada de la empresa. Allí fue interceptado por dos hombres que, sin rodeos, le exigieron su maletín. Por supuesto, Andrés se negó a entregarlo: allí llevaba su valioso proyecto. Los desconocidos, entonces, lo golpearon e intentaron arrebatárselo a la fuerza. Afortunadamente, la seguridad de la empresa reaccionó de inmediato, disparando a los atacantes —sin intención de matarlos— y logrando que huyeran del lugar.La directiva de la empresa ordenó a todos los empleados
Victoria, al mirar el reloj que estaba colgado en la pared de su cuarto, se sobresaltó: eran las 10 de la mañana. Había dormido todo ese tiempo; ella acostumbraba a estar despierta antes de las 6 y hoy había abusado de su día libre. Primero tomaría un gran desayuno, pues el hambre la estaba matando; luego una ducha, se arreglaría un poco para ir en busca de información sobre el gran jefe Pluma Blanca, Andrés Castillo. Ahora siendo casi vecinos, Victoria se fue caminando hasta la casa de los Castillo. Por un momento observó el auto que su padre le había regalado y se preguntó cuándo lo utilizaría. Tenía que hablar con la fiscal para ver si ya podía conducir y también conseguir un abogado que no fuera un pillo como el tal Edwin. Hizo un par de llamadas para ver quién le recomendaba un buen abogado y ya le tenían respuesta sobre uno que le recomendaron como el mejor, quien—como Martha—la de recursos humanos—le recomendaría a ese señor como lo mejor y también costoso. Pronto llegó a l
—Ya te fueron con el chisme. Brenda es una zorra que se acuesta con cualquiera. Me enredó fácilmente y caí —dijo Daniel, encogiéndose de hombros.Andrés, quien hasta hacía un momento reía junto a Victoria, ahora mostraba un gesto serio y endurecido.—Hermano, deberías alejarte de esa mujer; no te conviene —advirtió, con voz tensa.—No vivo con ella, no es mi prometida, no somos nada —replicó Andrés, clavándole la mirada—. Ustedes dos deberían quedarse juntos; tienen mucho en común, sobre todo el gusto por hacerle daño a los demás —añadió, con el rostro endurecido por la rabia.Sin añadir más, decidió retirarse. No quería dejar a Victoria sola con Daniel, pero tampoco podía quedarse allí. Ya no le tenía confianza; lo odiaba por todo el daño que le había causado y temía que hiciera lo mismo con ella.—¿Qué tengo que hacer para que me prestes atención como se la prestas a Andrés? —preguntó Daniel, acercándose peligrosamente a Victoria.—He estado un poco ocupada con la mudanza y el traba
—Puede que sean ideas mías, pero siento que él me amenazó si no hago lo que quiere —confesó Victoria, con voz temblorosa.—¿Y qué quiere él? —preguntó el doctor, con preocupación.Victoria guardó silencio. No se atrevió a decirlo.—Bueno, eso no importa. Cuenta conmigo para lo que necesites —añadió él con firmeza.—Gracias, doctor —susurró ella, aliviada.Cuando llegó a su apartamento, Victoria encontró la puerta entreabierta. Pensó lo peor: ¿la habrían robado? Entró rápidamente y se topó con varios hombres que sacaban sus pertenencias y las apilaban en la entrada.—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué están tocando mis cosas? —preguntó, alarmada.Una voz aguda resonó detrás de ella.—Aquí está la señorita: ¡Victoria, la hija bastarda de mi marido! —exclamó una mujer con gesto altivo.—Señora, yo a usted no la conozco —respondió Victoria, perpleja.—Pero yo a ti sí. Y necesito que desocupes este lugar que no te pertenece —sentenció la mujer.—¡Mi padre me lo regaló! —protestó Victoria, sint
Victoria esperó pacientemente a Bianca para contarle lo sucedido. Ya no tenía apartamento; la esposa de su padre la había echado como a un perro, y lo poco que pudo salvar fueron las llaves del auto y parte de su ropa.Bianca le insistió en que debía llamar a su padre y contarle todo, pero Victoria no quería molestarlo por lo que consideraba tonterías.—No son tonterías, Victoria. ¡Estás viviendo en la calle! Mientras esa señora se aprovecha de que tu padre está de viaje —reclamó Bianca—. Seguro ya debe estar que se la lleva el diablo del coraje, sabiendo que él está con Mary.Isabel de Caballero había solicitado a la administración que no dejaran entrar a Victoria al apartamento. Lo que no pudo llevarse, la señora ordenó que lo dejaran en el baño para luego tirarlo a la basura.Mientras tanto, Andrés había decidido continuar con su vida normal: iría a la empresa y seguiría trabajando en su proyecto, que ya estaba en su etapa final. Además, tenía un motivo especial: deseaba ver a Vict