Fidel la acusó:—Jessica, yo te consideraba mi amiga, pero tú me usaste como si fuera una herramienta. ¡Prefiero no haberte conocido nunca! No te voy a ayudar, aguántate las consecuencias. ¡Quédate ahí encerrada de por vida!Al ver que Fidel tampoco la iba a ayudar, Jessica se quedó completamente atónita. Realmente no quería ir a la cárcel, no se resignaba a eso.Jessica miró hacia Daniela:—Daniela, todo es tu culpa. Yo tenía una vida perfecta por delante, ¡y tú me la arruinaste!—Jessica, llegados a este punto, aún no tienes ni una pizca de arrepentimiento. ¡Tu propia codicia fue lo que te perdió! —respondió Daniela.Nicolás ya no quería seguir perdiendo el tiempo con Mauro y Jessica, así que ordenó:—¡Llévenselos!Se llevaron a Mauro y Jessica.Una vez que se fueron esos dos, Fidel se dirigió a Daniela:—Daniela, tengo que pedirte perdón.Al ver que Fidel se humillaba por iniciativa propia, Daniela sonrió:—Fidel, no tienes que pedirme perdón. ¿Cómo vas a tener tú la culpa? Antes er
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